Choele

Crítica de Samantha Schuster - Toma 5

La nueva película de Juan Sasiaín, director de “La Tigra, Chaco”, cuenta la historia de Coco (Lautaro Murray), un niño que se crió con su padre (Leonardo Sbaraglia) en Choele Choel, pero que está a punto de abandonar dicho lugar para irse a vivir con su madre.
Es así como la película se va a centrar en las vivencias y en los cambios de Coco, pero no solo el hecho de abandonar su lugar y despedirse de las personas que lo rodean (su padre, su mejor amigo y una vecina que está enamorada de él), sino en el traspaso de la niñez a la adolescencia o incluso a la adultez, el darse cuenta que la vida adulta no es tal como él creía o el encontrarse con ciertas desilusiones de su gente cercana, entre otras cosas.
Y la llegada de Kimey (Guadalupe Docampo) a Choele Choel va a profundizar esta necesidad de cambio en Coco, como también acrecentar una especie de competencia con su padre. El vínculo entre ambos, el cual está muy trabajado, va a cambiar con la llegada de esta mujer, formando una especie de triángulo amoroso.
La trama es simple, pero “Choele” es de esas lindas historias en las cuales no ocurre ningún hecho en particular, sino que se limita a contar las vivencias de un chico, profundizando sobre sus sensaciones y formas de ver el mundo, sobre todo, su mundo.
Es una película cálida, con buenas actuaciones, en la cual nos encontramos con Lautaro Murray como revelación y vemos a Leonardo Sbaraglia encarnando a un padre atento y que se preocupa por su hijo, pero que a la vez no ve que con sus acciones lo está lastimando.
El ritmo del film condice con su historia y fotografía (los paisajes rionegrinos se pueden disfrutar constantemente): “Choele” nos transmite calma, paz, armonía.
En síntesis, “Choele” es una película para quienes disfrutan de historias más profundas y basadas en las emociones internas, que buscan un ritmo más lento en su trama y disfrutar de los paisajes naturales.

Samantha Schuster