Chloe

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Sugestivo drama de relaciones

Lo mejor del film del canadiense Atom Egoyan son sus actrices protagónicas

Con las formas de un thriller erótico y las pretensiones de un drama psicológico, Chloe , del director canadiense Atom Egoyan, coquetea con una trama distinta, construida más por miradas que por palabras sin terminar de animarse a conquistarla del todo. Inspirado en la sugestiva película francesa Nathalie X, este filmcomienza presentado a la Chloe del título, una bella prostituta interpretada por Amanda Seyfried, que asegura conocer los secretos para conquistar a sus clientes. Tanta seguridad es la que dejó de sentir Catherine, una ginecóloga de mediana edad que parece desconectada de la vida en general y de su matrimonio en particular. En el papel de esa mujer que espía la vida de los otros sin animarse a examinar la suya aparece Julianne Moore, una actriz de enormes capacidades interpretativas que aquí se muestra asustada, desesperada por la sensación del paso del tiempo y la intuición de que su marido prefiere estar en cualquier lugar antes que con ella. La radiante belleza de ambas actrices protagónicas, aprovechada al máximo por Egoyan y su director de fotografía, Paul Sarossy, casi anula la presencia del resto del elenco en pantalla. Hasta un actor de la solidez de Liam Neeson aparece desdibujado como el marido supuestamente infiel al que su mujer pone a prueba. "La clienta soy yo", le dirá Catherine a Chloe cuando la contrate para que intente seducir a su esposo y luego le cuente en detalle sus encuentros.

Con cada nuevo relato de la prostituta la relación con la despechada esposa irá intensificándose hasta alcanzar un punto sin retorno en el que la seducción cambiará de dirección. Lo mismo que la película, que en su desenlace pierde la sutileza que había exhibido en un comienzo y cierra el relato dejando de lado sus costados más ambiguos e interesantes.