Che, un hombre nuevo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Lejos de la remera y el póster

Ficciones y documentales sobre el Che se seguirán haciendo, aquí, allá y en todas partes. Buenas y malas películas. También, algunos films impresentables.
Tristán Bauer hizo en Che, un hombre nuevo una minuciosa investigación sobre la privacidad del Che, sus diarios, cartas, textos, su postura poética sobre el mundo y la vida. Contó con un original y poco visto material de archivo sobre el personaje y la Revolución Cubana, contrastando sutilmente el pensamiento del Che sobre el futuro y las características burocráticas que acosaban al régimen. Empleó la voz en off como contrapunto, con destreza e inteligencia, nunca como subrayado en relación a aquello que se observa en las imágenes. Bien lejos del bronce y el mármol, recorta la humanidad del personaje, desde su faceta pública o privada. Eligió recorrer con mayor detenimiento otros viajes y utopías del Che en lugar de volver a su canónico martirologio en Bolivia, aquella derrota y proeza inalcanzable. La investigación periodística no termina allí: las imágenes transmiten contundencia sin transformarse en bajadas de línea ni textos de barricada. Es decir, el material periodístico está utilizado al servicio de la narración, que fluye sin inconvenientes durante sus más de dos horas de duración. Sin cabezas parlantes o gente hablando a cámara, Che, un hombre nuevo es una película reflexiva contada desde el punto de vista y la voz de su personaje, bien lejos del póster y de las remeras desteñidas de los adolescentes o ya no tanto. A años luz de la vulgaridad del mercado posmoderno, Che... es una buena película sobre un personaje inagotable.