Charlotte

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

NORMA DESMOND EN CASILLA RODANTE

Charlotte es una vieja diva española del cine a la que se le ha pasado su era dorada y ya nadie parece recordar. Vive en Argentina en una mansión que no puede mantener, junto a un asistente de origen asiático que no solo hace las veces de improbable secretario, sino además de sostén psicológico ante una decadencia que ella niega a aceptar. Pero la llegada a Paraguay del director con el que vivió sus años de gloria, quien anuncia que va a rodar su última película, un proyecto que además la involucra emocionalmente, la pone en movimiento y con el deseo de viajar para obtener ese papel que la devuelva al ruedo. Claramente el paso del tiempo y su negación es el centro de Charlotte, no solo por la premisa sino por otros temas que irán surgiendo más adelante durante la peripecia de sus personajes. Pero lejos de volverse excesivamente metalingüística o trágica, como muchas películas sobre el cine dentro del cine, la de Simón Franco elige ser una comedia, que abreva en diversas superficies estéticas (lo kitsch, lo pop, lo absurdo, lo melodramático) sin encontrar un rumbo adecuado, aunque siempre moviéndose para no estancarse, como su personaje principal.

Como una Norma Desmond en casilla rodante, Charlotte emprende el viaje junto a su asistente. Franco elige algunos tópicos de las road movie, sin que su película específicamente lo sea: hay destinos intermedios, un aprendizaje que surge del tránsito por la ruta y el cruce con personajes que se irán incorporando, como una joven boxeadora paraguaya que verá la oportunidad para regresar a su país. Sin embargo, la atención estará puesta en el destino, en qué pasará con la diva una vez que llegue al lugar y trate de conseguir ese papel por el que viajó. Es verdad que Franco lo intenta todo, desde ideas muy absurdas, hasta un vínculo entre Charlotte y su asistente que se pasea por los límites de la comedia de enredos, una apuesta por los colores de tono pastel que le da un aspecto visual singular a la película y hasta la utilización de un tema de la banda Miranda! como definición más perfecta de su espíritu. Pero como las intenciones no lo son todo en el cine, Charlotte no termina de acertar debido a algunas fallas en la ejecución de ese mundo que intenta ser autónomo y funcionar con reglas propias. Especialmente las actuaciones, que salvo en el caso de la enorme Angela Molina, no parecen manejar adecuadamente la cuerda del absurdo que rige todo.

Pero como decíamos, está Angela Molina. Actriz de enorme trayectoria y talento, fundamentalmente lo que se impone aquí es su presencia como esa Charlotte dispuesta a no dejarse llevar por los embates del paso del tiempo y que termina cohesionando todos los elementos dispersos que integran la película. Personaje que desde la actitud decide que el encierro no es la solución y sale a la ruta, en búsqueda, en viaje constante. Se podría decir que Charlotte es una película que tiene en su interior a un personaje interesantísimo, pero que por cierta ambición se desvía innecesariamente en otros destinos. Finalmente es el último plano el que termina por darle centralidad a lo que debía contar y pone nuevamente a Molina con su presencia cinematográfica en el frente, como una supernova absorbiendo toda la energía y las emociones.