Chango, la luz descubre

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Un artista que se expresa a través del arte fotográfico, en la necesidad de encontrarse con infinitas posibilidades creativas. Estimulado por los mundos del cine y del teatro, Félix Monti siente la inquietud y necesidad de desarrollar su capacidad plástica desde su juventud. Indaga campos posibles a través de la estructura de luces y sombras de una imagen, trabajando en escenografías. Como toda revelación que representa aquella pasión a la que entregamos nuestra vida, se dispone a perfeccionar su oficio. Encuentra fascinación en el misterio que encierra la imagen en movimiento, la fotografía lo ha atrapado y dedicará a ella su vida entera.

Chango se vincula con Saulo Benavente y Pablo Tabernero, descubre el cine argentino de la mano de Hugo Del Carril. Persigue una búsqueda experimental, trabaja sobre negativos, revelados y emulsiones. Se maravilla con los clásicos mudos del expresionismo alemán, consume fervientemente todo el cine de la Nouvelle Vague. Emblema paradigmático del cine argentino, Monti admira la poética de Gregg Toland en “El Ciudadano”, mientras investiga las bondades del blanco y negro. Sin descanso, trabaja las estructuras dramáticas de cada gama cromática, considerando la intervención externa del color.

Proyectada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, para su última edición, Paola Rizzi y Alejandra Martín dirigen “Chango, la Luz Descubre”, logrado homenaje al responsable de la fotografía de más de veinte películas del cine nacional, entre las que se cuentan las oscarizadas “La Historia Oficial” y “El Secreto de sus Ojos”. A lo largo de casi una hora y media de metraje, presenciamos, por medio de imágenes de archivo y testimonio de colegas, preciado rastro de vida que rescata lo más preponderante de su profusa obra, en la síntesis perfecta de su arte. La cámara no es más que una herramienta para comunicar un mensaje. Sabe captar Monti la importancia del mismo, cuando el sentimiento obedece a la historia. Es aquella cualidad que supieron interpretar grandes cineastas de nuestro medio, como Lucrecia Martel, María Luisa Bemberg, Lita Stantic y Pino Solanas. Ellos confiaron la fotografía de sus películas a Monti. El las dotó de alma. Es la combinación de la simpleza con la fuerza y el espíritu que su cuerpo de obra cobra. Algo mágico sucede, congelando un momento. Algo mágico, liberador y poderoso nos transmite la lente de este sinónimo de autoridad técnica y tradición para la industria nacional.