Casi muerta

Crítica de Santiago García - Leer Cine

¡Oh, mis ojos, mis ojos! Pocas veces una película resultó tan visualmente dolorosa como Casi muerta, la coproducción argentino-uruguaya remake de la película española By Pass. Desde los planos iniciales se entiende que la tarea será ardua y más vale que el espectador tenga la vista descansada, porque ni el Alex, el protagonista de La naranja mecánica, tuvo que tolerar una tortura como la que significa permanecer con los ojos abiertos durante todo la duración de esta comedia romántica dramática.

María y Javi son amigos de toda la vida. Sin embargo están distanciados hace más de un año. Cuando María sufre un accidente que la deja al borde de la muerte, los amigos se reencuentran y descubren que siempre estuvieron enamorados. Ahora Javi debe decidir si seguir con su nueva vida, con novia incluida, o apostar a un amor de juventud que puede morir en cualquier momento.

María (Natalia Oreiro) es diagnosticada con un trastorno cardíaco y los médicos le diagnostican un mes de vida. Sus mejores amigos Paula, Lucas y Javi acuden al hospital para recibir la mala noticia. Javi deja a su novia en Uruguay para llegar cuanto antes. Pero Javi y María descubren que ambos han estado enamorados mutuamente toda su vida. El reencuentro de los cuatro amigos será también una última oportunidad para concretar ese postergado romance. Es un mes, pero la película parece que durara un siglo.

En el comienzo del largometraje no es solo lo visual lo agotador, sino también su banda de sonido. La versión de Desconfío, el clásico de Pappo que también cantara en su momento Celeste Carballo es destrozado con la misma alegría con la cual la comedia romántica es asesinada en cada una de las escenas que siguen. Es muy pero muy difícil ver una película con diálogos tan malos, una puesta en escena tan poco interesante o aunque sea fluida y un grupo de actores que aceptan formar parte de esto, mostrándose perdidos en cada momento. Pero si la comedia nace muerta desde el inicio, la parte romántica es otra calamidad digna de destaque. Y se asoma, claro, algún que otro esbozo de reflexión acerca de la existencia humana. En esto último hay que darle la razón a Casi muerta, porque estar en un cine viendo esto nos lleva a una profunda reflexión acerca del sinsentido de la vida.

El director es Fernán Mirás, cuya carrera como actor no será mencionada aquí. Mirás intenta decirnos en varios momentos que él es un buen director y hace unos planos insólitos y sin justificación alguna. El primero de los que tengo la desgracia de recordar es con los tres amigos esperando un parte en el hospital. Los sienta de forma tal que quede lindo el cuadro, pero los obliga a reclinarse de manera imposible para conseguir su imagen. Podía imaginar el dolor de cuello de los actores con solo ver esos planos. Natalia Oreiro tiene grandes actuaciones en cine y también varios bodrios. Casi muerta va directo a bodrios, posiblemente en lo más alto de un ranking adverso. Diego Velázquez está tan cómodo en su rol de comedia romántica como estaría Charles Bronson haciendo del dinosaurio Barney. Paola Barrientos es un cliché sin rumbo y Ariel Staltari casi logra sobrevivir por momentos.

Es una tarea muy difícil llegar hasta el final de la película, pero es necesario si uno quiere certificar que las escenas sin sentido y completamente fuera de toda lógica llegan hasta el desenlace. Hay tantos momentos que no llevan a ningún lado y no hacen a la trama que uno no puede terminar de adivinar si le sacaron escenas a la película (ojo, está mal, pero no tan mal si nos ahorraron minutos de vida) o si en el guión de la película española tenían un sentido hoy perdido en su versión rioplatense. El alivió de poder salir del cine y seguir con nuestra jornada es el único punto para destacar de esta película que es muy mala pero que además falla incluso en todo lo que se propone. No es romántica ni es graciosa y no está casi muerta, está completamente fallecida del primer plano hasta el último.