Cartas a Julieta

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Esas cosas lindas de la feminidad…

Si nos manejamos con el rótulo de “comedia romántica”, una película como Cartas a Julieta (Letters to Juliet, 2010) tiene más de “romántica” que de “comedia”, detalle que en este caso deriva en una propuesta bastante pasable considerando las últimas y raquíticas aproximaciones al género por parte de Hollywood. Desde ya que los productos de este tipo siempre están destinados al olvido instantáneo pero una vez más debemos subrayar lo que se puede lograr con un par de apellidos ilustres y algo de profesionalidad detrás de cámara.

Sophie (Amanda Seyfried), una investigadora que trabaja en la revista The New Yorker, está comprometida con Victor (Gael García Bernal), un chef a punto de abrir su propio restaurant. Como cada uno vive en su burbuja individual, ambos deciden viajar a Verona de vacaciones como una especie de “ensayo” para su luna de miel. Allí Sophie descubre a las “Secretarias de Julieta”, un grupo de señoras que se dedican a contestar cartas dejadas por lugareñas en la supuesta casa donde vivió la joven inmortalizada por William Shakespeare.

Por supuesto que la protagonista se suma de inmediato, responde una misiva de hace 50 años y sin quererlo desencadena la aparición de Claire (Vanessa Redgrave) y su antipático nieto Charlie (Christopher Egan). Los tres comienzan un viaje en busca del amante de Claire de aquella época, un tal Lorenzo Bartolini, a quien abandonó por miedo a una reprimenda paterna. Como se puede apreciar la premisa es sumamente clasicista, lo que por suerte se condice con un desarrollo narrativo sin grandes sorpresas aunque bien articulado.

A pesar de que casi no existe química entre Seyfried y Egan, la historia corre por ese lado y mantiene en paralelo la esperanza del personaje de Redgrave. El realizador Gary Winick, un verdadero especialista en el género, desaprovecha a García Bernal, incluye demasiadas tomas turísticas y acierta de sobremanera con la participación de Franco Nero. Un guión predecible y una concepción inocente del amor conspiran contra este paneo sincero por las “cosas lindas” de la feminidad, esas que parecen llegar mucho después de la menopausia…