Carancho

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

En 1999 Pablo Trapero cobró notoriedad con Mundo grúa, un primer largometraje en blanco y negro que significó el lanzamiento de una carrera cinematográfica ascendente y ahora consolidada.

Una década más tarde Carancho, su sexta película, lo muestra sólidamente afirmado al contar con un reparto envidiable y una producción de elevada calidad.

Ricardo Darín es sin duda un actor muy codiciado, basta como ejemplo su reciente participación en la multipremiada El secreto de sus ojos, siendo su participación en el sexto film un logro de su director.

La carrera de Martina Gusmán pese a lo corta, apenas tres largometrajes todos dirigidos por su esposo, es prometedora sumando a las actuaciones su nada despreciable rol de productora en Matanza Cine.

La pareja vuelve al Festival de Cannes, compitiendo en “Un certain regard”, luego de haber participado hace dos años en la Selección oficial. El Festival francés suele privilegiar la presencia de apenas algunos pocos realizadores argentinos. Entre ellos se destaca Lisandro Alonso, con una propuesta cinematográfica casi en las antípodas de la de Trapero, y con un tipo de cine muy elogiado por cierta crítica local e internacional, que en opinión de este cronista ha sido francamente sobrevalorado.

Carancho es un típico film noir, género que ya era popular en las décadas del ‘30 y ‘40 tanto en los Estados Unidos como en Francia. Hay escenas de gran crudeza que probablemente alejen a parte del público femenino, pese que algo de ese clima ya se encontraba presente en Leonera.

Darín es Sosa, un abogado con pocos escrúpulos que aprovecha o genera accidentes de tránsito para esquilmar a las compañías de seguro. La pérdida de su matrícula, resultado de una mala praxis que él niega, él la atribuye a su mala fortuna. Cuando su vida se cruce con la de Luna (Gusmán), una joven médica venida del interior con algunos problemas de adicción, creerá que su mala suerte empezará a cambiar. La relación de ambos tendrá fuertes oscilaciones pasando de un intenso impacto inicial, al posterior desencanto y siguiente reconciliación. Por momentos las escenas íntimas no terminan de convencer, quizás haya faltado algo de química entre los dos intérpretes principales, pero se compensan con otras muy convincentes teñidas de gran violencia.

Ambientada en un barrio suburbano, no estarán ausentes temas de gran actualidad como la inseguridad y la corrupción policial. Es notable el nivel técnico con profusión de planos secuencias y muy buenas imágenes nocturnas, dado que la mayor parte de la acción transcurre a altas horas de la madrugada.

Hay algo de trágico en todo el relato, muy propio del género, aunque la resolución final que, como es habitual no revelaremos, se puede vislumbrar resulatndo creíble.

Carancho”(¿comprenderán los franceses en Cannes el significado del término?) será un digno representante de nuestro cine. Competirá además con Los labios, otro film nacional recientemente premiado en la 12ª edición del BAFICI.