Capitán América y el soldado del invierno

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

La ideología de los superpoderes.

La industria cultural necesita maximizar la ganancia a través de obras plausibles de ser explotadas en diferentes formatos y con diferentes productos. Los superhéroes conforman una marca, un logo que permite esa expansión. Dentro de este mapa de acumulación exitosa de capital a través de la atractiva figura del superhéroe, Capitán América y el Soldado del Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014), la secuela de Capitán América: El Primer Vengador (Captain America: The First Avenger, 2011), crea una historia de acción fantástica que mantiene a los guionistas de la primera parte, Christopher Markus y Stephen McFeely, quienes trabajan nuevamente sobre los personajes creados por Joe Simon y Jack Kirby para los comics de Marvel. La dirección de la historia que continúa con la interminable batalla por la libertad, concepto ya vaciado en el cine de todo contenido y significado, estuvo a cargo de los hermanos Anthony y Joe Russo.

Explotando el éxito de los comics entre los adultos, la historia de Capitán América y el Soldado del Invierno se centra en la organización S.H.I.E.L.D. (Strategic Homeland Intervention, Enforcement, and Logistics Division), una invención de Stan Lee y Jack Kirby para Marvel, cuya misión era lidiar con amenazas supernaturales y paranormales. Nick Fury (Samuel L. Jackson), el director de la agencia, descubre que la misma ha sido infiltrada y deposita su confianza en Steve Rogers (Chris Evans) para desenmascarar la red que busca controlar la organización para eliminar la libertad de la que aparentemente gozan todos los ciudadanos alrededor del mundo, tras un intento de asesinato por parte de un grupo comando camuflados en uniformes de policía.