Capitán América: Guerra civil

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Es hora de replantearnos el género de películas de superhéroes. Con contadas excepciones, y con una impronta mucho más cercana a la comedia, caso "AntMan" o "Deadpool", las últimas superproducciones inspiradas y/o basadas en comics han llegado a un punto en el que la ambición término por jugarles en contra generando pastiches épicos carentes de alma y pasión cinéfila.
A la fallida "Batman Vs. Superman" se suma ahora "Capitán América: Civil War" (USA, 2016), filme dirigido por los hermanos Anthony y Joe Russo, con el que destrozaron la saga en la que se inspiraron (y que tuvo crossover en todo el universo Marvel), transformándola en un preludio que solo busca enfrentar, de manera burda y grotesca, a los bandos que liderarán por un lado el Capitán América y por otro Tony Stark.
Ese punto, tomado de manera literal, termina siendo el conflicto principal de una película que tarda más de dos horas para hacer chocar a estos dos héroes, tan disímiles entre sí y con metas tan diferentes también.
En el medio, el reencuentro del Capitán con su archienemigo el soldado de invierno, sumado a la aparición de Pantera Negra como el exponente del héroe social y popular con el que Marvel y Disney pretenden sumar a las minorías, aunque ya tengan varios personajes de estas características.
La banalización de la miseria, con esa introducción en una región africana en la que aparentemente Nestlé domina todo (inmensas PNT en varias escenas), no sirve para reforzar el verosímil con el que se quiere apelar para construir la narración clásica del relato.
La guerra en vez de ser civil y de enfrentar a facciones pro y contra los héroes, termina por ser una mera excusa para generar situaciones extremas a la dupla protagonista y sus aliados y detractores.
La película de superhéroes, así, y lamentablemente, se pone seria, muy, de una manera insoslayable, irreversible, inequívoca, y mientras esperamos la acción, porque eso es lo que queremos ver, hay que escuchar largos parlamentos sobre la independencia, la obediencia debida, los errores cometidos en el campo de batalla y otros.
No es ajena la dimensión psicológica que caracteriza a los personajes de Marvel, la mayoría surgidos en pleno auge de la aplicación del psicoanálisis como herramienta para conocer en profundidad al sujeto, pero ahí donde "Capitán América: Civil War" reposa el relato, pierde su oportunidad para erigirse como espectáculo digno de los héroes que la componen y termina convirtiéndose en una historia de venganza personal de Stark.
Algunos momentos se destacan del filme como la incorporación de Spiderman en plan teen, o en la solvencia de algunas actuaciones secundarias (dios Cheadle), pero no hay mucho mas para rescatar de un filme que pretende ser masivo eludiendo justamente a las convicciones de un género ya establecido y que más allá de todo, al terminar de verlo, rápidamente se lo olvidará sin siquiera pensar en su forma y en la manera en la que nos engañó.