Canciones de amor

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

La década del ’60 marcó un antes y un después para el género musical en Francia. “Los paraguas de Cherburgo", el film que lanzó al estrellato a Catherine Deneuve, y “Un hombre y una mujer” quedarán como hitos imborrables de un tipo de cine al que volverían a transitar muchos otros realizadores galos, tal el caso algo más reciente de Alain Resnais.

Pero si bien “Canciones de amor” de Christophe Honoré reincide en el uso de las canciones como forma de expresión o lenguaje de sus personajes, en contraste con las anteriores le aplica un giro al mostrar que el amor puede tener diversas vertientes no limitadas al clásico “chico ama chica”. Y lo hace con gran naturalidad, atreviéndose a presentar situaciones que hace 50 años eran casi tabú.

Honoré es un interesante realizador de sólida carrera y ocho títulos dirigidos en apenas diez años, a menudo invitado a festivales internacionales como el de Cannes donde en el 2007 “Canciones de amor” sirvió de cierre de tan magno evento. Ha de agradecerse al distribuidor independiente que finalmente ha logrado que una de sus películas sea la primera en llegar a nuestras pantallas. Y el hecho de que la película tenga algunos años no le quita nada en cuanto atractivo o actualidad.

La división en tres partes precisamente designadas como “La partida”, “La ausencia” y “El regreso” se ajusta a momentos trascendentales en la vida de sus personajes. En el primer tercio domina el amor entre Ismael que interpreta Louis Garrel, actor fetiche del director al haber participado en seis de los ochos films de sus filmografía, y Julie actuada por Ludivine Sagnier (“La piscina”, “ocho mujeres”, “gotas de agua sobre rocas calientes”). Pero la relación entre ambos se ve complementada por la presencia de Alice (Clotilde Hesme) en lo que pronto se revela un triángulo amoroso donde todo se comparte.

Sobrevendrá una desgracia y ya en la segunda parte cobrarán mayor trascendencia otros personajes, tal el caso de Jeanne, la hermana de Julie en otro rol destacado a cargo de Chiara Mastroianni. En lo que quizás sea un guiño a la ya señalada celebridad que alcanzó su madre en la vida real, la hija de Deneuve estuvo en todas la películas que siguieron a la presente, dirigidas por Honoré. Y en la última (“Les bien-aimés”), reciente cierre de Cannes, actúan ambas además de Garrel y Sagnier!

El tercero y último capítulo ya tendrá a un nuevo personaje que supondrá el giro antes señalado en la trama. Se trata de la irrupción de Erwann (Grégoire Leprince-Ringuet) con lo que Ismael afirmará la tesis del film de que el amor tiene muy diversas formas de expresarse. Como sustento de la muy convincente propuesta están las canciones del título del film. Lo que podría haberse transformado en algo “invasivo” o poco natural, como en algunos musicales norteamericanos de la década del ’50, aquí la música compuesta por Alex Beaupain juega un rol tan esencial como los actores que la interpretan. Es posiblemente uno de los puntos más fuertes de esta nada convencional producción en lo que a temática y enfoque se refiere.

Hay aún muchos otros detalles que serán disfrutados por los cinéfilos y hasta un cierto parecido entre el actor Louis Garrel, hijo del director Philippe y nieto del actor Maurice, y Jean-Pierre Léaud, actor este fetiche de Truffaut. No por casualidad el intérprete del personaje de Antoine Doinel es en la vida padrino del joven Louis Garrel.

Publicado en Leedor el 24-12-2011