Cae la noche en Bucarest

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

La visceralidad de las mediaciones.

Los instrumentos que los seres humanos creamos y adaptamos para mediar con el mundo nos redefinen, cambian nuestra forma de interpretar y apropiarnos de los objetos a nuestro alrededor. La mediación cultural nos ha convertido en seres especializados dentro de una estructura que nos condiciona y nos constituye a partir de nuestras limitaciones. El cine como arte tiene sus estructuras y sus limitaciones y las mismas definen los márgenes de las posibilidades estéticas y creativas. Como todo arte, está en constante cambio y la producción y consumo transforman nuestra percepción. Las películas que sobreviven al paso del tiempo con relatos universales se convierten en clásicos del género que influencian todos los ámbitos de la cultura.

Cae la Noche en Bucarest, el film realizado en 2013 por Corneliu Porumboiu, el director y guionista rumano de las extraordinarias Bucarest 12:08 (2006) y Policía, Adjetivo (2009), es una película sobre la fuerza de las representaciones de nuestra cultura y una indagación sobre la esencia del cine y las mediaciones materiales y hermenéuticas.

En el rodaje de una película en Bucarest, un director y guionista de cine, Paul (Bogdan Dumitrache) reflexiona sobre el cine, sus limitaciones, las diferencias entre el arte culinario oriental y occidental y sobre la relación del hombre con su entorno, mientras ensaya con una de las actrices, Alina (Diana Avramut), con la cual tiene un romance.

La pareja se ve atraída y seducida por una escena aparentemente irrelevante de la obra política que el taciturno director pretende llevar a la pantalla en formato fílmico. El cambio repentino de la escena que incluye un desnudo de Alina es analizado, definido y explicado en una suerte de ensayo sobre la artificialidad y la repetición de la vida misma. La escena representa toda la historia del cine en su búsqueda de la perfección y la autenticidad. Esta naturalidad que se pretende más auténtica que la propia realidad, siempre esquiva e indefinible, define y modela el guión de este metafilm que discute consigo mismo con el objetivo de poner en carne viva todas las contradicciones del séptimo arte.

Con un guión que propone un minimalismo teatral que discute permanentemente con la cámara para poner en tensión el rol de guionista y de director del propio Porumboiu y las limitaciones de cada rol para concebir tomas, historias y la forma de ver, entender, conocer y percibir el entorno social, Cae la Noche en Bucarest enfrenta la conciencia de la cultura actual para entender hacia donde va el cine y cómo está cambiando el consumo del arte.

El secreto incomunicable del proceso de análisis psíquico de la percepción o metabolismo cinematográfico nos coloca ante un capítulo más de la historia del nihilismo para comprender cómo algunas aves “siguen volando buscando nuevos horizontes en el pensamiento”, parafraseando a Nietzsche.