Cacería implacable

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Bien negra y bien noruega

El género negro está teniendo muy buenos ejemplares, que se suman a una tradición destacable. Desde la saga Millennium , de Stieg Larsson, sabemos que en la península escandinava que comparten Suecia y Noruega, además de mucho frío, hay autores de talento, tramas que entrecruzan corrupción, manejos turbios en empresas y personajes más o menos detestables con comportamientos privados… ¿cómo decirlo? Mejor ocultarlos.

Roger Brown, el protagonista de Cacería implacable ( Headhunters es su título internacional) surgió de la inventiva de Jo Nesbo, quien es famoso por crear otro personaje, Harry Hole, un policía violento y depresivo. Nuestro Roger es la antítesis. Siempre de traje o con el saco puesto, está casado con una bomba noruega y le mantiene los gustos a un costo alto. Trabaja como un cazatalentos para una empresa tecnológica en Oslo, entrevistando y recomendando directivos. No le alcanzaría lo que cobra, así que se las arregla de otra forma.

Fácil. Cuando entrevista a estos cuasi millonarios, tiene su estrategia. Manipulador, averigua sus horarios y quiénes viven en su casa, si tiene pinturas y, con la ayuda de un empleado de una firma de seguridad que le desarma las alarmas a distancia, entra, corta la tela, pone una reproducción y después las vende.

La cosa se le complicará cuando un recién llegado le sea presentado por Diana en la galería de arte que Roger le ayudó a abrir. Clas dice tener un Rubens tasado en casi cien millones, en la casa que era de su abuelita. Roger lo tienta para el empleo, averigua horarios, etcétera… Como una suerte de Nueve reinas nórdica, al comienzo, y hasta con algo de El socio del silencio (1978), cuando el que engaña es el engañado, Cacería implacable son tres películas en una. Hay tres segmentos bien diferenciados: el primero, el que acabamos de narrar, y otros dos que no vamos a adelantar. La película de Morten Tyldum es un instrumento de precisión, de relojería. Nada de lo que se diga o vea habrá sido dicho o puesto en pantalla por que sí.

El noruego Aksel Hennie lleva adelante todo el metraje -sin pestañear, un dato no menor-, mientras el danés Nicolaj Koster-Waldau ( Game of Thrones ) se convierte en su perseguidor, como dice el título local. La hermosa Synnove Macody Lund sale airosa en su debut como actriz aquí: era crítica de cine.

Si se la pierden, ya una productora hollywoodense compró los derechos para la remake estadounidense.

Mientras no hagan lo mismo que con Nueve reinas ...