Cacería implacable

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Un tipo piola, bajito y ganador

Acomplejado a más no poder, Brown, el personaje central de la película, lleva adelante un film eficaz y sin pretensiones. Sangre, accidentes y persecuciones en un guión eficaz pero con mil vueltas de tuerca.

Roger Brown (Axel Hennie) es un "Headhunter", un cazador de talentos que elige ejecutivos de primer nivel para importantes empresas. Está casado con una mujer que mide 20 centímetros más que él, a la que complace regalándole pinturas robadas y otros obsequios que están lejos de sus posibilidades económicas. Pero Max es astuto, inteligente y seductor y su único problema parece ser su baja estatura: 1,68 metros, que más de una vez le recuerda al espectador desde la voz en off.
Todo parece fluir sin problemas entre un personaje con complejo de enano y su esposa, que de vez en cuando le recuerda sus ganas de tener un hijo. Pero entre exposiciones y galerías de arte, surge un tercer personaje, interpretado por Nikolaj Coster Waldau (uno de los actores de la serie HBO Game of Thrones), un coleccionista de arte con un pasado oculto y poseedor de una pintura que el inquieto Brown desea como nunca. De allí en más, la trama establece el particular juego del gato y el ratón, dentro de los mecanismos del clásico thriller, con una inusitada avalancha de cinismo y gente desagradable pero seductora para el espectador más despierto. Las imágenes de Cacería implacable (horrible título) transcurren a mil por hora, cuestión jamás disimulada por el origen publicitario y videoclipero del director Mortem Tydlum, una estrella detrás de cámaras en Noruega, su país natal. La voz en off, por su parte, permanentemente invasiva, describe al personaje central, tan astuto e inteligente como la película misma.
El guión, por otro lado, pega mil vueltas de tuerca, entre ríos de sangre, accidentes casi fatales, persecuciones interminables y una pareja que parece caerse a pedazos debido a las características del incansable y voraz Brown. Es que la película es eso y hasta resulta autosuficiente en sus pretensiones: una mirada sobre el mundo que protege a tipos narcisistas, obsesionados por ocupar un merecido y ganado lugar a través del afano, la mentira y el carácter cínico. Brown es un auténtico hijo de puta y es consciente de ello, dentro de una película eficaz que, obviamente, ya ha sido comprada para su correspondiente nueva versión en Estados Unidos. Y bueno…