Buscando un amigo para el fin del mundo

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

...que se acaba el mundo

Steve Carell se prueba en la comedia y el drama como un humano más que debe hacer lo que pueda antes de que la Tierra desaparezca.

“¿Qué vas a hacer el resto de tu vida?” es una pregunta capciosa en el marco de esta película, si se sabe que en 21 días un asteroide chocará irremediablemente con la Tierra, por lo que el resto de son tres semanas. Apocalipsis ahora, sí, y como en Melancolía , de Lars von Trier, pero ante la misma hipótesis, distintas circunstancias y resultados.

Dodge (Steve Carell, como siempre, con cara de yo no fui) le suma a su preocupación existencial que su mujer, presa del pánico, lo ha abandonado. No va a morir solo, va a morir con todo el mundo, pero le quieren encontrar -rápido- pareja en un universo en el que hay saqueos, suicidios sorpresivos, padres que entusiasman a beber a sus hijos menores... Es tiempo de mandar allí, adonde usted sabe, a quien siempre quiso mandar. Y también es tiempo de, ejem , que se acaba el mundo.

La opera prima de Lorene Scafaria, guionista de TV y de Nick y Norah, una noche de música y amor , parte de una premisa que atrae, y la va acicalando y renovando en cada escena. Cuando hace que Dodge deje la ciudad para ir a buscar al amor de su vida, el de la Secundaria, le adosa a su vecina (Keira Knightley, sí, con ese acento tan british). Y los hace cruzar con personajes inesperados. O al menos que tienen presencias episódicas, cuando parecía que iban a tener más peso en la trama. Y no vamos a adelantar quiénes.

Podría parecer una película del camino, con personajes que no son lo mismo cuando llegan que cuando partieron, pero es tan poco el tiempo que tienen, que Dodge y Penny son como uno los conoció de primera vista. Carell y Knightley se llevan de primera en pantalla. Y el actor de The Office no puede quejarse, ya que ya ha compartido escenas con Anne Hathaway, Julianne Moore, Juliette Binoche. Pone cara de tonto, pero es evidente que no lo es.

Divertida y con giros entre inesperados y efectivos -Dodge se “emborracha” con líquido para limpiar vidrios; se despierta en un parque y descubre que le ataron la correa de un perro; la parada en el camino en el bar, donde no hay demasiadas vueltas con el sexo-, el espectador se suma al desconcierto de los personajes. Y si hay escenas que podrían o no estar -la de la prisión sirve para que los protagonistas se cuenten cosas, pero pudo haber sucedido en la camioneta-, todo está amenizado con ritmo y muy, muy buena música.