Buscando un amigo para el fin del mundo

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Logra conmover este relato apocalíptico con dúo de actores notables

Una película que trata sobre los últimos día en la Tierra, a punto de ser embestida por un asteroide, podría ser una más del género fantástico con importantes efectos especiales.
Nada más distante de ello es “Buscando un amigo para el fin del mundo” (“Seeking a Friend for the End of the World”), cuyo género sería difícil de definir y que no encajaría dentro del rubro comedia, pese a que su actor principal suele protagonizarlas.
Steve Carell, visto recientemente en una opaca performance en “¿Qué voy a hacer con mi marido?”, repunta notablemente en el rol de Dodge, un oscuro empleado de una empresa de seguros a quien su mujer acaba de abandonar ante el inminente Apocalipsis.
Será su encuentro con su vecina Penny, lo que le dará nuevo significado, pese a lo tardío, a su vida. Ella lo acompañará en un viaje en auto escapando de la gran ciudad donde se suceden los disturbios, a la búsqueda de seres queridos y familiares. Keira Knightley (“Piratas del Caribe”, “Nunca me abandones”, “Un método peligroso”) presta su dulzura y profesionalidad a un personaje que tiene indudable química” con el de Carell.
Se podría asimilar a “Buscando un amigo para el fin del mundo” con una película de camino, que sería una manera de especificar su género. A ello correspondería por ejemplo una lograda escena en un típico restaurant de la ruta, con mucha cerveza y sobre todo drogas y sexo. Y ya desde el inicio este clima, donde se mezcla la desesperación de algunos con los deseos de aprovechar hasta el último momento de otros, se manifestará en una fiesta familiar. Una curiosidad es la presencia de Nancy Carell, que no es otra que la esposa del actor, que ya había aparecido junto a su marido en “Virgen a los 40”.
Notable es la banda sonora con temas de los setenta y uno, en particular, que afortunadamente se escucha completo en uno de los momentos más conmovedores del film. Se trata de “I Need the Air that I Breathe” del grupo británico The Hollies y la inconfundible voz de su vocalista Allan Clarke.
La directora debutante Lorene Scafaria sale a flote ante tamaño desafío, logrando transmitir los afectos que afloran en circunstancias tan dramáticas. Es el caso de la doméstica de Dodge, que pese a la inminencia de la catástrofe quiere seguir viniendo a la casa de su empleador. O también la del reencuentro con el padre, otro saludable regreso de Martin Sheen, luego de “El camino”. Pero es sobre todo el dúo central de actores el que logra transmitir algo distinto de lo que usualmente deparan las últimas producciones del cine norteamericano,