Borrando a papá

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

¿Víctimas o victimarios?

Es muy difícil hacer una crítica "cinematográfica" de un documental cuyo eje no es el cine, sino la denuncia y la reivindicación sectorial, porque cualquier comentario estará siempre teñido por la mirada (incluso ideológica) que cada uno tenga respecto de la postura que los autores adopten.

Borrando a papá es, a nivel formal, un trabajo bastante elemental, sustentado en el recurso de las "cabezas parlantes", con una musicalización poco feliz, con recursos torpes (como cuando la pantalla se llena de signos pesos para ilustrar los abusos del negocio de la judicialización), una estética televisiva (de la de antes) y un remate lacrimógeno y grasa con el videoclip casi completo de Peter Gabriel cantando Come Talk to Me.

Pero eso no es lo importante para sus realizadores, sus adeptos ni sus detractores. El film está concebido (desde el dolor, la bronca y el rencor) por quienes se sienten víctimas del sistema judicial que, según ellos, siempre prioriza la tenencia de los hijos por parte de las madres y discrimina a los padres.

Se exponen aquí varios casos y, como siempre, habrá algunas verdades y otras disfrazadas de tales. Desde sectores vinculados al feminismo y la mirada de género se ha cuestionado a varios de los que participan en el documental porque tienen denuncias por violencia doméstica y algunas de las mujeres que exponen una mirada contraria a la de los realizadores (y que aparecen bastante ridiculizadas en la edición) han enviado cartas-documento exigiendo que sus testimonios sean eliminados del montaje final, ya que -alegan- participaron engañadas de una película que no es lo que les dijeron que iba a ser.

Borrando a papá arranca con uno de los recursos más bajos en la escala periodístico-cinematográfica como es el uso de la cámara oculta para mostrar a una madre que no deja ver a su hijo, pese a la existencia de una orden judicial en favor del padre. Puede que esa mujer haya cometido un desacato, pero iniciar así un film se acerca bastante al despropósito, al vale todo.

Jamás desde OtrosCines.com pediremos la censura. Creo que los realizadores de Borrando a papá -y el lobby al que representan (que se basa en el denominado Síndrome de Alienación Parental)- tienen todo el derecho del mundo de exhibir su trabajo y de plantear el debate, pero por su calidad cinematográfica y por su discurso de barricada (el abogado Juan Carlos Dietze, al que más minutos le dan en pantalla, llama a las feministas como “feminazis”) creo que su financiación por parte del INCAA en este caso es errónea. De todas maneras, si su exhibición ayuda a ampliar el debate y (lo dudo) a acercar algunas posiciones, habrá tenido algún sentido todo este ruido mediático. De arte, esta vez, poco y nada.