Boogeyman: tu miedo es real

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Traten de ir descansados a ver la nueva versión de The Boogeyman, o, como le pusieron acá, Boogeyman: Tu miedo es real. El café en las venas es necesario para no dormirse ante los planos con poca luz que se suceden con ese profesionalismo técnico que a veces se confunde con calidad cinematográfica.

La película dirigida por Rob Savage está basada, como otras, en El coco, el cuento de Stephen King recopilado en el libro El umbral de la noche, y cuenta con un elenco relativamente talentoso, como Sophie Thatcher en el papel de Sadie Harper, Vivien Lyra Blair como la pequeña Sawyer Harper y Chris Messina como Will Harper, el padre psiquiatra y viudo que trata de superar la reciente pérdida de su mujer.

Un buen día llega a casa de los Harper un tal Lester Billings (David Dastmalchian) para pedirle ayuda psiquiátrica a Will, y para confesarle que mató a sus tres hijos (si no leyeron el cuento de King, háganlo porque es genial). Ante la incómoda situación, Will llama a la policía para informar sobre el extraño Lester, quien trae consigo un fantasma que queda en la casa para aterrorizar a la familia, fundamentalmente a las niñas.

En principio, la película es sobre el duelo, sobre lo tormentoso y terrorífico que puede ser perder a un miembro importante de la familia. Tanto la adolescente Sadie (quien además es maltratada por sus compañeras en el colegio) y la niña Sawyer tratan de sobrellevar el duelo como pueden, con la ayuda y la compañía del padre Will, quien también hace lo que puede.

Savage no es del todo fiel al cuento, ya que es de los que creen que las adaptaciones no tienen que respetar el espíritu de la fuente. El problema es que no toda película bien hecha (a nivel técnico) es buena. Esta está bien realizada, pero es apenas buena porque su terror se sostiene en la trillada fotografía con poca luz y en la construcción de un suspenso que se desarrolla a fuego lento mientras se dosifican los sustos.

El juego con las luces que se prenden y se apagan y esa pelota luminosa que se desplaza por debajo de la cama para alumbrar son recursos que no están mal, pero que cansan al ser tan mecánicos, como si a los responsables no se les ocurriera otra manera de representar el terror.

Boogeyman: Tu miedo es real tiene muchas escenas bajo la luz de las velas, como si más que buenos técnicos y guionistas, necesitara electricistas. Aburre un poco que los focos se rompan para justificar una oscuridad que, a veces, no pide estar en la película y que no necesariamente significa atmósfera o clima acorde a la situación.

Sin embargo, es un digno exponente del subgénero de hombres de la bolsa monstruosos y del subgénero que lleva libros o relatos de Stephen King a la pantalla grande. King es garantía de éxito, por más fallidas que sean sus adaptaciones. Su genio siempre es más poderoso que la falta de creatividad de quienes lo adaptan.

Es por eso que Boogeyman: Tu miedo es real funciona, además de mantener el suspenso con personajes que tratan de huir del monstruo y que aprenden a cerrar la puerta del placar antes de ir a dormir.