Boogeyman: tu miedo es real

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Entre las sombras, otra vez

Todos los que conocemos y atesoramos la carrera de Stephen King sabemos que uno de sus mejores libros y sin duda alguna su mejor antología de relatos cortos es El Umbral de la Noche (Night Shift, 1978), quinto volumen publicado luego de las novelas Carrie (1974), El Misterio de Salem’s Lot (Salem’s Lot, 1975), El Resplandor (The Shining, 1977) y Rabia (Rage, 1977), esta última su trabajo inaugural bajo el seudónimo de Richard Bachman. El Umbral de la Noche, de hecho, fue su primera colección de cuentos y tan grande fue el impacto de esos 20 relatos que hasta el día de hoy continúan inspirando múltiples proyectos cinematográficos y televisivos, desde los inefables Dollar Babies, léase las adaptaciones que el señor suele permitir a cambio de apenas un dólar mientras que los responsables no lucren comercialmente con el resultado y él mantenga los derechos del texto de turno, hasta films variopintos como por ejemplo Los Niños del Maíz (Children of the Corn, 1984), de Fritz Kiersch, Los Ojos del Gato (Cat’s Eye, 1985), antología de tres historias a cargo de Lewis Teague, Ocho Días de Terror (Maximum Overdrive, 1986), del propio King, Las Tumbas Malditas (Graveyard Shift, 1990), de Ralph S. Singleton, Ellos Pueden Volver (Sometimes They Come Back, 1991), de Tom McLoughlin, Alianza Macabra (The Mangler, 1995), de Tobe Hooper, e incluso El Hombre del Jardín (The Lawnmower Man, 1992), aquella recordada y errática odisea de Brett Leonard que no tenía demasiado que ver con el cuento homónimo aunque aprovechaba el vínculo con el escritor cual producto exploitation.

Boogeyman: Tu Miedo es Real (The Boogeyman, 2023), opus de Rob Savage, es el último agregado a la lista y sinceramente uno muy mediocre que vuelca hacia el ya anacrónico J-Horror en su acepción estadounidense mainstream lo que originalmente fuera una historia diminuta y perfecta sobre una serie de infanticidios cometidos por el Cuco u Hombre de la Bolsa o Boogeyman, leyenda con múltiples interpretaciones a lo largo del planeta que sirve para asustar a los nenes e instarlos a que se porten bien, caso contrario serán secuestrados por la criatura misteriosa en cuestión, la cual hace de la convivencia su arma porque vive en las habitaciones de nuestra casa y se alimenta del temor primordial de la niñez a lo que acecha debajo de la cama o adentro del armario. La protagonista es Sadie Harper (Sophie Thatcher), una adolescente que vive con su hermana pequeña Sawyer (Vivien Lyra Blair) y su padre psicólogo Will (Chris Messina) y que se quedó sin progenitora hace poco por un accidente automovilístico, por ello perdió contacto con su amiga escolar Bethany (Madison Hu), la cual a su vez la reemplazó con un grupito de allegadas bastante soberbias y/ o burlonas. Cuando se suicida en la casa familiar un tal Lester Billings (David Dastmalchian), paciente de Will que afirma que un monstruo nocturno mató a sus tres hijos, las hermanas comienzan a ser acosadas por esa horripilante criatura que imita voces, se esconde en las penumbras del hogar compartido, le teme a la luz más tenue de una vela o un encendedor y efectivamente “juega” con el pánico de sus presas porque se alimenta de su espanto y dolor.

Savage, aquel de las insoportables Host (2020) y Dashcam (2021), dos bodrios que tenían por contexto a la pandemia del coronavirus y seguían al pie de la letra los postulados de las screenlife/ películas de escritorio y del agotado found footage/ metraje encontrado, mucho no puede hacer con el esquemático y en ocasiones paupérrimo guión de Mark Heyman, aquel de El Cisne Negro (Black Swan, 2010), de Darren Aronofsky, e Irremediablemente Juntos (The Skeleton Twins, 2014), de Craig Johnson, y del equipo de Scott Beck y Bryan Woods, los mismos de Un Lugar en Silencio (A Quiet Place, 2018) y mamarrachos como Nightlight (2015), Haunt (2019) y 65: Al Borde de la Extinción (65, 2023), en suma los responsables máximos de una película que se acopla a muchísimas más alrededor del doble leitmotiv de los fantasmas/ entidades inmateriales que acechan entre las sombras y de las parentelas sufrientes o en crisis que deben recuperarse de un suceso ultra traumático -casi siempre una muerte en la ruta, cero originalidad de por medio- y luchar para sobrevivir contra esta presencia que se encapricha con ellos sin mayor explicación, un esquema que en el caso de Boogeyman: Tu Miedo es Real incluye una representación dual de lo femenino adulto ausente porque por un lado tenemos a Rita (Marin Ireland), la ex esposa de Lester y una mujer dispuesta a utilizar a Sadie como carnada para cargarse al Boogeyman por haber reventado a sus vástagos, y por el otro lado se ubica la madre fallecida de las chicas, Cara (Shauna Rappold), cuyo espíritu acude a socorrerlas cuando en el desenlace lo necesitan.

Para colmo Boogeyman: Tu Miedo es Real viene a sumarse a otras traslaciones lamentables recientes de obras literarias de King en sintonía con El Teléfono del Señor Harrigan (Mr. Harrigan’s Phone, 2022), de John Lee Hancock, Llamas de Venganza (Firestarter, 2022), de Keith Thomas, Los Niños del Maíz (Children of the Corn, 2020), de Kurt Wimmer, y la aburrida serie Castle Rock (2018-2019), triste pelotón que cae bajo el peso específico del conjunto inmediatamente previo, el de las superiores Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019), faena de Mike Flanagan, En la Hierba Alta (In the Tall Grass, 2019), de Vincenzo Natali, Cementerio de Animales (Pet Sematary, 2019), de Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, 1922 (2017), de Zak Hilditch, y aquel díptico de It (2017) e It: Capítulo Dos (It: Chapter Two, 2019), ambas de Andy Muschietti. El desempeño de Thatcher, actriz de la excelente Prospect (2018), de Christopher Caldwell y Zeek Earl, y las series Yellowjackets (2021-2023) y El Libro de Boba Fett (The Book of Boba Fett, 2021-2022), es realmente muy bueno pero el film resulta demasiado lento, meloso, torpe, solemne, redundante e incapaz de crear remates originales o eficaces para las múltiples situaciones de suspenso, casi todas supeditadas a la patética e hiper previsible catarata de jump scares, esos que se ven venir a kilómetros de distancia. La prolijidad y la falta de imaginación de Savage y sus guionistas acumulan planteos trillados e inverosímiles que no molestan aunque tampoco apasionan o siquiera están destinados a permanecer en la memoria de cada espectador circunstancial…