Biutiful

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Profecías desde el púlpito

Llega el film de González Iñárritu con Javier Bardem que el domingo peleará por llevarse las estatuillas de mejor película extranjera y mejor actor en los premios de la Academia. En la línea de Babel y 21 gramos vuelve sobre la vida y la muerte.

Alejandro González Iñárritu ocupa un lugar importante en el mercado del cine contemporáneo con su trilogía sobre la vida y la muerte: Amores perros, 21 gramos y Babel. Con sus historias de estructura coral y personajes que viven situaciones extremas de dolor, resignación, redención y compasión, el nombre del director mexicano, junto al de su ex socio y ex amigo, el guionista Guillermo Arriaga, apareció en festivales Clase A y recibió el visto bueno de la crítica y de un público seducido con la particular mirada sobre el mundo de la exitosa dupla. La sociedad se rompió y Biutiful, con la colaboración de dos guionistas argentinos, es la confirmación de un estilo y una forma de comprender al cine (y a la vida) desde los márgenes de la sordidez y la opulencia estética que caracteriza la obra del director. Uxbal tiene pocos días de vida, un matrimonio desastroso, una relación conflictiva con sus hijos y una forma ética de desenvolverse con el mundo, por lo menos, bastante discutible. Sobrevive en una Barcelona ajena al turismo, habla con los muertos y por ese motivo le pagan, contrata mano de obra barata de africanos y japoneses para trabajar en talleres clandestinos y discute axiomas filosóficos en su derrotero místico. Uxbal es Bardem poniéndole el cuerpo a un supuesto héroe trágico que carga sobre sus hombros una importante acumulación de textos evangelizadores y redundantes. Iñárritu tiene un colaborador fundamental: su DF Rodrigo Prieto, quien construye una paleta cromática de por grises y opacos y barridos de cámara que transmiten al espectador una enfática crudeza, por ejemplo, desde el retrato de una Barcelona lumpen y de supervivencia mostrada con el mayor realismo posible. Pero el problema mayor de Biutiful es su desbordante ambición temática, donde a Iñárritu se lo ve cómodo y autoindulgente con una propuesta que hasta sobrepasa sus prédicas mesiánicas. Biutiful no resta nunca, sino que acumula escenas miserables, frases sentenciosas, postulados y sermones que parecen expresados desde un púlpito doctrinario, siempre en voz alta, aleccionando sobre un mundo que se cae a pedazos, que sólo es una porquería y que merece un cercano apocalipsis.
El mundo, en efecto, siempre será así e Iñárritu, a través de su tetralogía sobre la vida y la muerte, se erige en su máximo exponente con un cine destinado le petit bourgeoisie que tiene un montón de adherentes, acá, allá y en todas partes.