Bella addormentata

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Eluana Englaro era una joven italiana que tuvo un terrible accidente automovilístico que la dejo en estado vegetativo de 1992 a 2009. El caso reavivó en la opinión pública el debate sobre la eutanasia, radicalizándolo para ambas posiciones. “Bella Addormentata” (Italia, 2012) de Marco Bellocchio (“Vincere”, “La Balia”, etc.), toma como punto de partida el momento en el que el parlamento italiano debatió qué hacer con la joven, frente al pedido de familiares y organizaciones que la desconectaran, para narrar varias historias entrelazadas.
Por un lado está Toni Servillo (Uliano Beffardi) un estricto y convencional político que debe tomar una posición frente a Eluana y es perseguido por sus propios fantasmas del pasado y su hija (ayudó a alguien a desconectarse), María (Alba Rochrwacher), una ultraconservadora católica.
Por otro lado está la Divina Madre (Isabelle Huppert), una millonaria que se mantiene cuerda quién sabe cómo y que tiene en su lujoso domicilio a su hija (Maya Sansa) en una habitación símil hospital y que está atravesando lo mismo que Eluana. Y finalmente está Rossa (Maya Sansa) una “perdida” suicida que será “salvada” reiteradamente por el médico Pallido (Pier Giorgio Bellocchio). Todas estas historias se irán tocando en los días previos a la toma de decisión sobre el fallo de Eluana. “Bella…” vuelve a tomar un tópico ya trabajado en el cine pero lo hace desde un lugar que no aporta nada nuevo.
Quizás en lo disruptivo de algunos flashbacks o en algunas de las imágenes digresivas de Huppert (que gran actriz, por cierto), porque más allá de un intento de actualizar el drama lo único que termina haciendo es construir un discurso sobre la violencia que diariamente se ejerce sobre el otro y que ya vimos muchas veces.
Bellocchio termina hablando sobre esa violencia que hasta puede ser verbal, y que puede estar en un gesto o directamente en la completa ignorancia (como la que sufre el hijo de la Divina madre, quien está únicamente dedicada a su hija dormida y lo hace tomar la decisión de desconectar a su hermana del respirador por un rato para llamar su atención).
Pero también hay violencia cuando se pretende que el otro piense lo mismo que uno, y principalmente cuando condicionamos a los que nos rodean con miedo (ejemplificado en los hermanos Roberto y Pipino – Michele Riondino y Fabrizio Falco, respectivamente) a que ejerzan su libertad.
La película es larga, y si bien por momentos uno puede empatizar con alguno de los personajes hay algunas situaciones que rozan lo ridículo, por ejemplo: cómo puede ser que en un sistema sanitario público colapsado, como se lo muestra al inicio del filme, luego un médico pueda dedicarse las 24 horas a un paciente por afinidad? Más allá de alguna preguntas sin respuesta “Bella…” es más un disparador de información y premisas que una tesis sobre una problemática que aún permanece sin ser tratada ni en el cine ni en la vida real como se merece. Gran actuación, como siempre, de Huppert.