Bella addormentata

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Es lealtad o integridad

El director de “I pugni in tasca” aborda ahora el espinoso tema de la eutanasia.

Tema controvertido, tanto como el del aborto, la eutanasia está en el centro de Bella addormentata, la película de Marco Bellocchio, un director que no le teme a la polémica ni le huye al escándalo.

A sus 73 años, el director de I pugni in tasca, La hora de la religión, Buongiorno, notte y Vincere sigue siendo el mismo rebelde de siempre.

Y dentro de su filmografía, es un filme que apunta más a las emociones, algo ya difícil de lograr en un entramado coral como el que el director de El diablo en el cuerpo establece en Bella addormentata.

Porque si se basa en un hecho real, el de Eluana Englaro, que estuvo 17 años en estado de coma, Bellocchio no se cierra en ese solo caso, sino que ficcionaliza a partir de otros en los que las actitudes de quienes están cerca de las tragedias bien pueden ser distintas ante un mismo tema.

Estudiante -aunque de estilo rebelde- de un colegio salesiano, el director tira dardos al gobierno de Berlusconi: las acciones se centran en 2009, y a nadie se le debe escapar que la historia transcurre a pocos kilómetros del Vaticano...

Y le adosa el costado legal -ya se verá por qué- sobre si se debe o no aprobar la ley que autorice la llamada muerte digna en Italia. Hay quien sufre, como legislador, la proximidad de un ser querido en esa situación. Y la mirada de Bellocchio apunta a que los político son, por lo general, gente corrupta, que optan por intereses espurios antes que por razones más humanitarias.

Bellocchio parece recostarte y afirmarse más en ese aspecto -el de los políticos y la ley sobre la eutanasia-, tener un punto de vista definido, y no tanto en el de la muerte digna en sí misma. Y eso es lo que se le critica. Puso en el tapete un tema álgido, abre el juego en apariencia, pero no termina por mostrar su posición.

La película plantea, así, extremos. Entre las cuatro historias, se llega a elucubrar que si no se desconecta de los aparatos a una joven, quien se estaría suicidando en vida sería su madre (Isabelle Huppert, un poco pasada de rosca en su personificación). Curiosamente, Huppert coprotagonizó el año pasado Amor, la película de Michael Haneke que abordaba un tema similar.

Lealtad o integridad parece ser el leit motiv del filme.