Belfast

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Kenneth Branagh nació en 1960 en Belfast. Su más reciente película como guionista y director transcurre en la ciudad del título en 1969 y narra las desventuras de un niño de 9. Sí, la geografía y las matemáticas dan para una historia de fuerte impronta autobiográfica con el pequeño Jude Hill interpretando a su álter ego Buddy.

Tras unas tomas a todo color de la Belfast actual con su puerto, sus astilleros y los cruceros que llegan a la zona, la imagen vira al blanco y negro y nos transporta al 15 agosto de 1969. El hombre acaba de llegar a la Luna, pero en Irlanda del Norte es tiempo de violencia callejera con grupos de choque protestantes que intentan expulsar a la minoría católica que hasta entonces convivía de forma pacífica con sus vecinos.

Pero Belfast, más allá de sus imágenes de golpizas, bombas Molotov, barricadas y saqueos, es más una película familiar y costumbrista que un film político. Claro que el convulsionado entorno atizado por el fanatismo religioso marcará a fuego el destino de los personajes.

El querible Buddy vive con su madre (Caitríona Balfe), un padre bastante ausente (Jamie Dornan), un hermano mayor y la presencia casi permanente de sus abuelos (Judi Dench y Ciarán Hinds). El protagonista es un buen alumno, pero sufre en carne propia la violencia callejera, la crítica situación económica y el terror de sus padres, quienes al no querer sumarse a los grupos más ultras, se ven amenazados y luego tentados -como tantos otros- a abandonar esa suerte de guerra civil, ya sea a Vancouver, Sidney o simplemente Londres.

Con un guion afecto a ciertos lugares comunes del coming-of-age (Buddy se fascina con Raquel Welch en el cine y se empieza a interesar por una compañerita) y a contrastes un tanto obvios entre la inocencia infantil y las miserias de los adultos, Belfast logra -de todas formas- trasladarnos a un tiempo y un lugar que evidentemente generan en Branagh sensaciones fuertemente contradictorias: nostalgia, amor, pero también cierto resentimiento y rencor hacia aquellos que conspiraron contra una convivencia armónica.

Con una cuidada fotografía en blanco y negro, Branagh recrea aquellos recuerdos de infancia y -en una de las decisiones más felices de la película- cede la música a otro mito viviente de Belfast como Van Morrison, quien además aporta una decena de temas, como Wild Night, Caledonia Swing, Bright Side of the Road, Warm Love, Jackie Wilson Said, Days Like This, Stranded, Carrickfergus y And the Healing has Begun (ver soundtrack debajo).

No pocos han visto en Belfast una nueva Roma por el regreso de un artista a sus orígenes, pero allí donde Alfonso Cuarón se arriesgó con un film por momentos incómodo y cuestionador, Branagh lo hace con una película bastante más convencional y sentimental.