Bel Ami, historia de un seductor

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Belleza que no convence

Una nueva adaptación del escritor francés Guy de Maupassant, uno de los autores más adaptados en la historia del cine. Entre otros logros felices de Maupassant llevados al cine están Une partie de campagne, de Jean Renoir; Masculino-femenino, de Jean-Luc Godard y hasta cierta influencia no acreditada del todo en La diligencia de John Ford. Una nueva adaptación de Bel Ami -una de las pocas novelas de Maupassant- con varias versiones previas en cine y en televisión. En este caso, la historia del joven pobre que asciende vía su poder de seducción en la vibrante París de fines del siglo XIX tiene como protagonista a Robert Pattinson, un actor ciertamente de moda pero por ahora de escasos méritos más allá de cierto parecido en el rostro (las patillas, la boca) con Sandro (sí, el de Rosa, Rosa ). La imagen de Pattinson no desentona en una película de época: hay algo de antiguo en su rostro, en su porte, pero no logra sostener la idea de ser un imán absoluto e infalible con cuanta mujer exista en el relato, en parte porque parece difícil sentirse atraído por alguien tan desorbitado en su forma de actuar, sin centro que organice gestos, intensidades, explosiones de enojo, ira o deseo. Y no hablemos de su incapacidad para llorar de forma convincente, o para manejar diversos aspectos del sufrimiento en la pantalla en esta pantalla de bellos colores, bella luz, bella música extra intensa, bellos decorados y bellas mujeres que nos presenta Bel Ami . Tanta belleza, por momentos, se vuelve como una torta de casamiento recargada, aunque hay algunos elementos para disfrutar en el trío de actrices protagónicas: siempre vale la pena ver a Uma Thurman y a Kristin Scott Thomas (aunque a esta última el atropellado guión la haga infatuarse de pasión en imposible interacción gritona con Pattinson). Por su parte, Christina Ricci es la única que, a fuerza de simpatía, carnalidad y ojos vivos, entendió el juego de máscaras que proponía la historia, la que supo transcender la banalidad de un entramado débil, en el que todo suena apresurado, corto, atolondrado: las intrigas político-periodísticas, las alianzas y rupturas entre el "Bel Ami" (Pattinson) y las mujeres.

Lo que en una novela puede explicarse en uno o dos párrafos, en el cine es menester transmitirlo de alguna manera, sobre todo si pasan muchas cosas y los personajes se reposicionan en deseos, emociones y ambiciones. Una película de una hora y media puede ser más tediosa que una de tres horas si las motivaciones de las acciones no se sienten genuinas debido a una puesta en escena que descansa en puros diálogos demasiado cargados y en la capacidad de los actores para manejar oscilaciones melodramáticas sísmicas. Este esquema, con mejores diálogos cruciales, que podría haber sido una tarea difícil para un gran actor joven, para Pattinson se vuelve una misión imposible.