Batman

Crítica de Rolando Gallego - HaciendoCine

Cada vez que Batman es llevado al cine se genera un acontecimiento. Con poquísimas excepciones, como la fallida «Batman y Robin», de Joel Schumacher, el resto de los realizadores supo refundar con más o menos éxito al mito del héroe de Gotham City.

Para aquellos que crecimos viendo la adaptación pop, protagonizada por Adam West y Burt Ward, la llegada de «Batman» dirigida por Tim Burton en 1989 generó un enorme negocio que supo traccionar, hasta la fecha, a los fanáticos del personaje creado en 1939 por Bob Kane y Bill Finger en la mítica Detective Comics.

En aquella primera aventura, Michael Keaton como Batman debía enfrentarse a El Joker, encarnado por Jack Nicholson, tras una serie de delitos que el cómico siniestro había realizado y que ponía de manifiesto su intención de destrozar Gotham. La música de Prince y la ropa colorida del payaso eran los únicos elementos de brillo que contrastaban con la profunda descripción gótica y dark de Burton sobre una ciudad en la que el delito y la oscuridad reinaban.

Luego vendría «Batman Vuelve», también de Burton, reafirmando la potencia del icónico personaje; para luego pasar a un paréntesis con las dos películas dirigidas por Joel Schumacher («Batman Eternamente» -1995- y «Batman & Robin» -1997-), con las que deslizaría su intención de acercarse más a la serie de TV de los sesenta, poniéndole hasta tetillas a los trajes de los personajes masculinos. Pasaron ocho años hasta que en 2005 se reinventó al personaje con «Batman Begins» con Christopher Nolan tras las cámaras y Christian Bale como el murciélago, devolviéndole la oscuridad pero más centrada en un realismo alejado también del gótico caricaturesco de Burton.

Tras esa trilogía (completada con «The Dark Knight» en 2008 y «The Dark Knight Rises», en 2012), que presentó villanos y personajes distintos pero con la férrea convicción de reforzar el espíritu oscuro que los comics de los años ochenta y principios de los noventa supieron darle, parecía que el interés cinematográfico, al menos en solitario del personaje, terminaría.

Así, en la siguiente encarnación del personaje vimos a un héroe más violento y entrado en años interpretado por Ben Affleck en «Batman vs Superman» y «Escuadrón Suicida» (ambas de 2016) y en las dos versiones de «Justice League» (2017-2021). Ni mejor ni peor que sus predecesores, la versión de Affleck lo mostró con un giro diferente, con un tono mucho más frío, sombrío y físicamente brutal, acorde a la época de explosión de películas inspiradas en comics que se vivió y aun hoy se sigue viviendo.

Y así llegamos a «The Batman», donde Matt Reeves tiene la difícil tarea de recuperar la mitología de DC y esos primeros momentos en los que realmente Batman ejercía su rol de detective para terminar con la corrupción y el crimen de su ciudad.

Robert Pattinson se pone en la piel de Bruce Wayne, que aquí será como un eterno y depresivo personaje, que intentará desandar los pasos de una serie de sujetos que ejercen de manera directa o indirecta, el mal en Gotham.

En el camino se topará con una joven mujer (Zoe Kravitz), con la que mantendrá un particular vínculo en donde la tensión sexual no resuelta servirá de motor para que, entre ambos, y sus deseos, se viabilice un plan para desentrañar y cortar de raíz la interminable red de corrupción que acecha a la ciudad.

«The Batman» privilegia el espíritu investigativo, haciendo cómplice al público de las idas y venidas para dar con el paradero de aquellos que arremeten con la paz de una ciudad en la que la falta de horizonte de esperanza y luz, no hacen otra cosa que oprimir a todos.

Película de cuidada fotografía y una paleta de colores fríos, que revitalizan las líneas argumentales, a la vez que una potente banda sonora, con leit motiv religioso, funciona como bisagra entre las acciones de los personajes.

Frente a The Batman están los villanos que, a diferencia de sus predecesoras, no necesitan máscaras ni trajes, porque tanto en el horrible rostro del Pingüino (Colin Farrel), o en el misterior de El Acertijo (Paul Dano) o en la frialdad del capomafia Carmine Falcone (John Turturro), la verdadera crueldad no necesita de efectos especiales, humanizando aún más los roles para presentar una sórdida narración sobre quiénes detentan el poder y sólo lo utilizan para su beneficio.

Pattinson, a la altura de la exigencia de un guion con pocas palabras, pero con mucha acción, bucea en el personaje, que tiene referencias, en esta oportunidad, en el cine de David Fincher, o en el espíritu más oscuro de los relatos de Frank Miller. Pero sin olvidar, nunca, de ofrecer el espectáculo para la audiencia, refundando el mito, acercándolo a nuevas generaciones, como sucede cada x cantidad de años.