Batman

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Siempre es un desafío asumir la dirección de una película como Batman. Matt Reeves, encargado de esta versión protagonizada por Robert Pattinson, quedará en la historia como el director que le dio un enfoque distinto al universo del justiciero de Ciudad Gótica, ya que hace una película estrictamente de detectives, un neo-noir desesperanzador, un thriller urbano con asesino serial que remite a un clásico en la materia: Pecados capitales (1995), de David Fincher (y a Zodíaco, su película de 2007).

Reeves recurre a los códigos del policial para contar una nueva historia de Batman, pero sin detenerse en su origen, en su psicología, ni en las cuestiones relacionadas con la intimidad del personaje.

El director de Cloverfield: Monstruo hace un filme exclusivo de detectives, con la podredumbre moral, la corrupción de funcionarios y la violencia permanente que caracterizan a una ciudad sin leyes, sin nada que pueda garantizar la vida de sus ciudadanos, y con un detective principal salvaje y apesadumbrado que se las ingenia, junto con el detective James Gordon (Jeffrey Wright), para resolver una serie de asesinatos ejecutados por un psicópata que quiere terminar con la casta política.

El superhéroe icónico desaparece para darle paso al detective. Reeves se lleva los aplausos por animarse a tomar un camino nunca antes probado por la franquicia. Aunque su aporte al género es más bien modesto y olvidable. Es decir, se aplaude el coraje de Reeves por encasillar a Batman exclusivamente en un género, pero esta decisión tiene efectos indeseados.

Todo en la nueva Batman es monocromático y monocorde: el clima, la fotografía, la música. Hasta los personajes son iguales, ya que ninguno sobresale con alguna característica particular. Todo está contenido y distribuido de una manera sobria y pareja. No hay sobresaltos abruptos ni estallidos de espectacularidad que rompan la armonía de la película. Ni las pocas escenas de acción rompen su firme pulso narrativo.

Paradójicamente, esa narrativa un tanto adormecedora que tiene la película la hace interesante. Pero que Reeves aborde al personaje desde un ángulo detectivesco no quiere decir que sea mejor que las anteriores. Un cambio de registro no significa lucidez cinematográfica.

En cuanto a Robert Pattinson, encargado de ponerle voz y cuerpo al personaje principal, hay que decir que no termina de convencer (aunque tiene momentos de composición actoral logrados). Lo que sí hace bien Pattinson es mantener el perfil de detective gótico en busca de un asesino tan escurridizo como su fe en el progreso de la ciudad.

La Gatúbela de Zoë Kravitz le da el toque romántico a la historia, pero apenas está para cumplir alguna función obligatoria del guion. El Pingüino de Colin Farrell y el Acertijo de Paul Dano tampoco se lucen. El primero prácticamente no hace nada relevante, y el segundo es un enemigo insulso y desprovisto de todo atisbo de carisma. El mafioso de John Turturro, Carmine Falcone, cumple la misma función que el Pingüino: extender la historia con una subtrama innecesaria. Lo mismo pasa con el Alfred de Andy Serkis, quien se limita a entregar un par de miradas inexpresivas.

Sin embargo, hay un acierto incuestionable en Batman, y es cómo pinta Ciudad Gótica, corrompida por dentro y por fuera, sin ningún indicio de salida, sin ninguna luz al final del túnel. Quizás el neo-noir sea el género indicado para representar un mundo en el que no se salva nadie, ni siquiera su propio superhéroe.