Batman: la broma mortal

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Broma pesada

Basada en el cómic homónimo de 1988, Batman: La broma mortal (Batman: The Killing Joke, 2016) adapta una de las parábolas más célebres y oscuras del Caballero de la Noche. La historia provee lo que muchos consideran la versión definitiva sobre los orígenes del Guasón, si bien el propio Guasón insiste en que su pasado es un “múltiple choice”.

Escrita por Alan Moore (creador de Watchmen) e ilustrada por Brian Bolland, “La broma mortal” es una de las obras seminales que formaron parte de la reconfiguración sombría y melancólica que sufrió Batman a fines de la década de los 80s. Para entonces Frank Miller (creador de La ciudad del pecado) había publicado su réquiem “El caballero de la noche regresa” (1986) y reiniciado la serie con “Año Uno” (1987), dándole un sesgo más serio al personaje. Eventualmente las películas de Tim Burton tomarían este incipiente revisionismo y lo canonizarían en el imaginario cinematográfico; Batman: The Animated Series (1992-1995) haría lo mismo para la TV.

De todas estas historias, “La broma mortal” es la más perturbadora. ¿Cuán perturbadora? Al llevarla al cine (por apenas un día) ha recibido una clasificación ‘Restringida’. Es la primera película de Batman en recibir tal clasificación. No es particularmente gráfica, pero da rienda suelta a un nivel de violencia y sadismo enajenantes. Que una película animada logre transmitir estas sensaciones es un logro entre loable y desagradable.

No hay lugar para heroísmos ni consuelos del status quo en “La broma mortal”. En ella el Guasón mutila de forma permanente a Bárbara Gordon (Batichica) y secuestra a su padre – el Comisionado Gordon – para someterlo a una serie de humillaciones y torturas psicológicas, desnudándolo y paseándolo por un parque de atracciones endemoniado. Batman va tras el Guasón como siempre, pero en vez de un final triunfal obtenemos un amargado y anticlimático dueto filosófico.

A lo largo se van presentando fragmentos de la prehistoria del Guasón, cuando era un comediante frustrado. Como Batman, el Guasón “es producto de un mal día” – de una experiencia traumática que los llevó al borde del abismo. Y si bien cada uno tomó un camino diametralmente opuesto al otro – el altruismo y el nihilismo – ambos comparten la misma obsesión enfermiza por demostrar que el otro está equivocado. Cada nueva versión de Batman y el Guasón no hace más que reiterar la misma dicotomía, pero nunca se plasmó con tanta exactitud como en este relato.

No es ninguna revelación que la historia es fascinante y compleja (y un poco deprimente). La duda no es si puede hacer una buena película, sino cómo puede una película elevar la historia. De entrada tenemos a Batman y al Guasón, creados por Bob Kane y Bill Finger; tenemos la novela gráfica de Moore y Bolland, la cual además hace de storyboard; tenemos a Kevin Conroy y Mark Hamill, que dan sus inimitables voces a Batman y al Guasón desde que se los anima. La película no tiene más que cobrarse el legado de excelencia que Batman ha dejado tras de sí.

¿Cuál es el aporte original? La animación no es particularmente llamativa; las escenas de acción son competentes, pero los personajes poseen más emoción en sus voces que en sus rostros o su lenguaje corporal. Se destacan la composición de los encuadres y la puesta en escena, calcadas directamente del comic, el cual se ha respetado con bastante fidelidad… hasta cierto punto.

El chiste es que se acopla un prólogo de media hora totalmente nuevo que redirige la atención de la historia a Batichica. En un nivel superficial, esto convierte al film en un largometraje, y provee toda la acción que el resto de la película no tiene. Más en profundidad, Batichica deja de ser un recurso narrativo y pasa a ser un personaje; al tenerla de protagonista durante el primer acto, su parálisis adquiere una dimensión trágica que la historia original no tenía. Dicho esto, la primera parte se siente curiosamente desconectada del resto de la historia. Posee un ritmo, tono, estilo y hasta un elenco distintos, casi como si fuera el cortometraje que encabeza la película que vinimos a ver. La disociación incluye un extraño romance entre Batman y Batichica.

Batman: La broma mortal goza de una estirpe excelente, cultivada a lo largo de varias generaciones y varios medios. Dado que los pocos aportes que hace a la fórmula no son muy buenos o convincentes, la conclusión es que Warner Bros. hubiera hecho bien en tomar a la novela como instructivo en vez de inspiración.