Atrapada

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Un asunto de mujeres

No cabe la menor duda que las tribulaciones que padeció el mítico John Carpenter durante la última década pintan a las claras algunas de las estrategias comerciales y/ o artísticas del Hollywood contemporáneo, léase repetición hueca de las mismas fórmulas de siempre y cero apoyo a propuestas originales gestadas desde los márgenes. Otra de las tácticas favoritas de la industria es la clonación lisa y llana de películas que han tenido éxito en tiempos o latitudes lejanas: precisamente al no conseguir financiamiento para sus proyectos, el norteamericano se aventuró a la televisión con dos capítulos para la serie Masters of Horror y decidió empezar a cobrar los cheques por las remakes de sus clásicos.

Recordemos que el realizador no entregaba un largometraje desde Fantasmas de Marte (Ghosts of Mars, 2001), un interesante opus de ciencia ficción con espíritu de western revisionista que sin embargo fue superado holgadamente por Pro-Life (2006) y en especial por la extraordinaria Cigarette Burns (2005), sendos aportes para la tira creada por Mick Garris. Hoy por fin llega a las pantallas argentinas Atrapada (The Ward, 2010), un exquisito regreso a la palestra internacional que no hace más que reconfirmar cuánto se lo extrañaba en un género como el terror que suele estancarse a nivel mainstream en la mediocridad, el automatismo y la falta de profesionalidad de los responsables ocasionales.

Combinando el slasher y el suspenso de entorno cerrado, la historia gira alrededor de Kristen (Amber Heard), una joven confinada a un hospital psiquiátrico luego de incendiar una casa: mientras corren rumores de terapias experimentales, de a poco sus compañeras desaparecerán a manos de un furioso espectro. Aquí volvemos a disfrutar de rasgos como el minimalismo formal, un trabajo de cámaras meticuloso, una protagonista obstinada, mucha steadicam y un excelente ritmo narrativo. En esta oportunidad no fue Carpenter el encargado de componer la música incidental, la tarea recayó en Mark Kilian y si bien se echan de menos los sintetizadores debemos admitir que el resultado es más que positivo.

Sin adelantar demasiados datos acerca de la trama y con vistas a conservar el misterio que atraviesa a gran parte del relato, sólo diremos que el guión de los hermanos Michael y Shawn Rasmussen hace referencia a todos los cánones tradicionales relacionados con la locura institucionalizada e inteligentemente toma prestados elementos paradigmáticos de Psicosis (Psycho, 1960), modelo Identidad (Identity, 2003), y apuntes varios de Shock Corridor (1963) de Samuel Fuller. Como si se tratase de una versión a escala de la monumental La Isla Siniestra (Shutter Island, 2010), la fotografía de Yaron Orbach retrata sin sutilezas cada pequeño detalle de las ráfagas de violencia características del director.

Por supuesto que la experiencia no sería tan satisfactoria si no incluyera la interpretación de Heard, una actriz bella y talentosa cuyo desempeño fija el tono para sus colegas y sostiene en buena medida la progresión dramática en este verdadero “asunto de mujeres”. Aunque las participaciones de Danielle Panabaker, Lyndsy Fonseca, Mamie Gummer y Laura Leigh también son bienvenidas, los que realmente se destacan -en segunda línea- son los antagonistas de turno, Jared Harris como el Doctor Stringer y Susanna Burney como la Enfermera Lundt. A fin de cuentas el placer que genera el film es equivalente a la maestría absoluta de Carpenter: esperemos que la próxima lección de cine no tarde tanto en arribar…