Atómica

Crítica de Eduardo Elechiguerra Rodríguez - A Sala Llena

Mm ba ba de
Um bum ba de
Um bu bu bum da de

La presión empujándome hacia abajo

Presionándote como ningún hombre lo pidió

Bajo la presión que derrumba un edificio

Que separa a una familia

La que echa la gente a la calle”

“Al final, todos estamos buscando lo mismo”, dice ella en la conversación en un bar berlinés. “Los talentos están sobrevalorados”, dice esta mujer altamente talentosa en las artes de ataque y defensa, y de moda también. Lo que dice y su manera de atacar a sus contrincantes, puestos en contexto con el estilo de la película, hablan de una suerte de heroína. ¿Habría que ver en la violencia despiadada que retrata el filme una manera de sobrevivir en un mundo de engañados y engañosos donde ella no encaja?

Es el terror de saber

De qué trata este mundo

De ver a algunos amigos

Gritando <<Déjennos salir>>

El rezo de mañana me eleva

La presión sobre la gente, la gente en la calle

¿De qué trata ésta que algunos llaman la John Wick (2014) versión femenina? Charlize Theron interpreta a una agente entaconada de la CIA e interrogada por una misión en Berlín para recuperar el cadáver de su ex novio. La película se sitúa en los días previos a la caída del muro, aunque de entrada se empeña en no importarle esa parte de la historia. La caída del muro es una excusa para darle contexto a la trama. Es una excusa como lo es también cuando se mete en el cine para confundir a quienes la persiguen porque, lo sabemos, ¿qué mejor sitio para escondernos de la realidad que una sala de cine? Acaso cada excusa esconde algo más profundo de lo que se evade.

Okey

Pierdo el tiempo – golpea mi cerebro por el piso

Estos son los días donde nunca llueve pero todo se empapa

La emoción de la película viene brindada por las escenas de persecución en auto y la relación entre Lorraine y Delphine. La química entre ellas, más allá de la atracción física latente, entrama una complicidad que se convierte en el centro de la película. Entre matices de rojo y lluvia para retratar su relación, se dicen palabras delatoras de su enmascaramiento como agentes. “Cuando dices la verdad, tu mirada cambia”, le precisa Delphine a Lorraine. “Gracias por decírmelo para no volver a hacerlo”, responde. En este mundo de engañados luchando por desengañarse, ellas parecieran las más claras o quienes luchan por más claridad.

Al final, si bien la película cae en la facilidad de los sueños como disparadores para mantener la trama en movimiento, el centro es Charlize Theron. Desde su rostro gélido en apariencia hasta sus tacones rojos, desde el ingenio del personaje para atajar las impertinencias de sus interrogadores hasta la atención en el vestuario negro y blanco que entalla su figura esbelta, no importa que no sea su mejor actuación. Dejemos el afán comparativo para otro momento. Su presencia tan sugerente y ciertas miradas hacia Delphine la convierten en una heroína con estilo, éste mismo que la película tiene con la edición tan enérgica de Elísabet Ronaldsdóttir y la fotografía de Jonathan Sela que emula la novela gráfica The Coldest City en la que se basa. Puede que todos busquemos lo mismo sin que siquiera lo sepamos, a fin de cuentas. Lorraine parece saberlo o eso delata su sonrisa. Como el eco de la voz de Freddie Mercury en la canción “Under Pressure”, este eco perdido que pide darnos a nosotros mismos más oportunidades y “por qué no podemos darnos amor darnos amor darnos amor”, secretamente Lorraine lucha sólo por su propia causa aunque sólo a veces dependa de los golpes para ello.