Atlántida

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

Otra Atlántida perdida

Luego de haber pasado con éxito por Berlín y de ser exhibida en el BAFICI, con un amplio consenso de la crítica porteña, es más que claro que la directora María Inés Barrionuevo debe pensar que es una genia, o como mínimo debe tener una muy buena opinión de sí misma. Pero la verdad que luego de haber visto Atlántida, la opera prima en cuestión, me encantaría poder acordar con todos ellos porque en mi opinión su película es apenas correcta y está notablemente inflada. Hubiera sido bueno que la cineasta se atreviera a contar bien a fondo las respectivas historias de sus protagonistas, a abordarlas en toda su profundidad y complejidad.

Talento, es evidente, tiene la directora, pero seguir de cerca a los cuerpos no la enlaza automáticamente con la filmografía de Lucrecia Martel y contar un relato de crecimiento, como el de estas dos hermanas cordobesas en pleno despertar sexual, no la convierte en una heredera de Celina Murga o Ezequiel Acuña.

Lo que pasa con películas como esta es, en todo caso, culpa de los críticos porteños -que no sólo son Capital Federal-, muy complacidos en sostener y contemplar una visión porteña sobre los cordobeses, y del circuito internacional de festivales, cómodo con su idea sobre el cine argentino repleto de jóvenes tristes, que sólo de a ratos es capaz de expresar su sexualidad en plenitud. Pero también es de los cordobeses, demasiado preocupados por adquirir relevancia nacional e internacional, respondiendo a mandatos que no tienen demasiado que ver con su propia identidad. ¿No pueden ser más vitales y sexuales los jóvenes cordobeses? ¿No se puede construir una verdadera poética del deseo, que los exprese en toda su magnitud? ¿No se merecen tener una construcción más compleja, donde se pueda intuir verdaderamente su pasado, presente y futuro?

En otros encuentros festivaleros tuve oportunidad de ver Algunos días sin música, La jaula de oro y Club sándwich, películas con personajes con virtudes y miserias, que deciden por ellos mismos, sin piloto automático, en espacios-tiempos bien definidos. Lograr eso tiene su dificultad, pero tampoco es tan pero tan difícil, y lo de Barrionuevo -junto con todo el campo intelectual que la sostiene- es demasiado fácil y cómodo.