Asesino Ninja

Crítica de Diego Maté - Cinemarama

El comienzo de Asesino ninja promete más de lo que la película alcanza a cumplir. Una escena inicial que está más cerca del terror y el gore que del cine de acción o artes marciales nos deleita con toda una galería de horrores (a saber: decapitaciones, desmembramientos o lisos y llanos descuartizamientos) que están perpetrados a base de pura artificialidad y exageración. Pero la felicidad hemoglobínica y ligera del comienzo se va agotar rápido, porque la película de James McTeigue (director de V de Vendetta) se va a dedicar a contar la historia trágica de Raizo y Kiriko y su infancia y adolescencia bajo la tutela del villano Ozunu. El otro polo narrativo lo constituyen Mika y Maslow, dos detectives que investigan a una milenaria organización de asesinos y que de a ratos ofician de dúo cómico que trata de aliviar algo de la tensión que acumulan las secuencias con los jóvenes. En varios momentos llegan a escasear las escenas de acción, y la película recae demasiado sobre los hombros de la pareja Mika-Maslow, sobre todo de ella, entonces uno no puede hacer otra cosa que esperar con ansiedad el próximo combate entre ninjas.Al menos durante las peleas McTeigue le imprime un poco de vértigo a su película, aunque a veces las escenas no sean más que una seguidilla de planos rápidos e ininteligibles que aportan más confusión que gracia a las coreografías. No deja de llamar la atención el gusto por la violencia rayano en el sadismo que demuestra el director y que a medida que avanza el metraje resulta ser lo único verdaderamente sustancioso que Asesino ninja tiene para ofrecerle al espectador: la cruza algo novedosa entre cine de acción y terror que por momentos bordea el gore más crudo. Esas escenas son los únicos instantes en los que la película logra sacarse de encima un poco de la sobrecarga dramática acumulada por la historia de Raizo y Kiriko y transmitir un poco de nervio a pesar del pulso deficiente que tiene McTeigue para filmar la acción. Un dato final curioso: hay una escena de combate en la que se cita de manera explícita, casi textual, al conocido travelling lateral de 300. McTeigue reproduce los acercamientos y alejamientos repentinos de la cámara, los cambios de velocidad, la idea del plano secuencia, el trabajo con el sonido y hasta la dinámica de la batalla (un guerrero que se enfrenta a muchos): este plano de Asesino ninja tiene un despliegue visual tan elaborado en comparación con el resto de las escenas de acción que, incluso no habiendo visto 300, es fácil darse cuenta de que se trata de una referencia externa, cuya factura cinematográfica nada tiene que ver con la pobreza general que reina en la película de McTeigue.