Arriba los que luchan: Jorge Masetti y la batalla en la comunicación

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

El periodismo como herramienta de lucha

Lo que hace apasionante a un film como Arriba los que luchan: Jorge Masetti y la batalla en la comunicación es del mismo modo su principal obstáculo: si la abundancia de material con que cuenta y sus ambiciones por pensar varias décadas de historia política latinoamericana, las formas de ejercer el periodismo y la influencia de una figura como la de Masetti le otorgan numerosos rasgos de interés, también le quita un centro narrativo, alargándolo demasiado y llevando a que se vaya un poco por las ramas.

El documental de Ezequiel Gómez Jungman se centra en la vida del periodista argentino Jorge Ricardo Massetti, una de las personalidades más destacadas del periodismo latinoamericano, que supo seguir cuerpo a cuerpo el proceso castrista en la Cuba de los sesenta, tomando contacto con el Che Guevara y Fidel Castro, para luego crear la emblemática agencia de noticias Prensa Latina, con el claro objetivo de plantear una oposición a la hegemonía instalada por los medios imperialistas. Luego supo regresar a la Argentina para convertirse en el comandante del ejército guerrillero del pueblo, organizado por el Che para replicar la experiencia cubana en suelo argentino. Ese compromiso marcó la vida de Massetti y también su muerte.

Para abordar todo el recorrido de Massetti, Arriba los que luchan se vale de relatos de Rodolfo Walsh (interpretado por la voz del actor Rubens Correa) y de Graciela Massetti, hija del periodista, recurriendo también a numerosos testimonios -Mario Valeri, Osvaldo Bayer, Orlando Borrego, Rogelio García Luppo, entre muchos otros- y una profusa cantidad de material de archivo. Hay de esta manera no sólo una multiplicidad de perspectivas puestas en juego, sino también de formas narrativas para un documental que en varias secuencias coquetea con la reconstrucción ficcional y hasta con los lenguajes literarios y las crónicas periodísticas. Esa mixtura es virtuosa en su vocación por el riesgo: en eso Gómez Jungman sigue la ética de Massetti, no elige los caminos simples ni saca conclusiones fáciles. Sin embargo, ese mismo arrojo por momentos desborda a la puesta en escena y el montaje, como si las piezas se dispersaran y no volvieran a encajar en el lugar correcto, incluso estirando en demasía el metraje.

Aún así, no debe dejar de reconocerse el vigor de Arriba los que luchan, su vocación por otorgarle espesor e impacto a la historia de Massetti, y por repensar lo que significa hoy la vocación periodística a la luz de lo ocurrido en ese convulsionado pasado. En tiempos donde el periodismo y la intelectualidad argentina caen repetidamente en razonamientos facilistas, esas ansias de superación se agradecen.