Aquellos que desean mi muerte

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

La última década vio espaciar notablemente las apariciones de Angelina Jolie delante de la gran pantalla. Ocupada en desarrollar su carrera como realizadora y productora, la otrora heroína de acción de Hollywood se abocó a proyectos como “Unbroken” (2014), “By the Sea” (2015) y “Primero Mataron a mi Padre” (2017). Así es como prefirió elegir, cuidadosamente, los proyectos en donde se involucrara como intérprete.

De tal forma, celebramos su reaparición en la reciente “Aquellos que Desean mi Muerte”, última incursión del interesante cineasta Taylor Sheridan. Prospecto convertido en realidad durante el reciente lustro, de su mano se firmaron los guiones de la cruda “Sicario” (2015) y del neo-western “Hell or High Water” (2016). También, dirigió la intrigante “Wind River” (2017) y la serie de TV “Yellowstone” (2018). Experto en abordar sociedades corrompidas, el tono sórdido de Sheridan invade el territorio de su flamante exploración, bajo el formato de thriller clásico que remite a cierto paradigma industrial perteneciente a la década del ’90.

“Aquellos que Desean mi Muerte”, con guion de Charles Leavitt adaptando la novela de Michael Koryta, representa una experiencia visual atrapante. Indaga en relaciones humanas que buscan sanar un trauma pasado, mientras ofrece una entretenida carrera contrarreloj que potencia la ferocidad y la violencia que destilan los acontecimientos. Sin estar exenta de convencionalismos, propone su buena dosis de vértigo y una solidez narrativa que excede el tibio promedio hollywoodense de estos tiempos.

Emplazada en una cautivante reserva forestal, el guiño del entorno natural nos remite a las montañas nevadas de la predecesora experiencia cinematográfica de Sheridan. Aquí, el abrasador fuego que actúa como elemento externo catastrófico adquiere forma de justicia divina para arrasar con toda acción pecaminosa que contamine el ecosistema. Para el cineasta, su primer mandamiento.