Apurimac: El Dios que habla

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

En general, nuestra cultura citadina nos impulsa a vivir velozmente. Todo tiene su tiempo, que debe ser ágil y estar plagado de emociones intensas. Si no, baja la adrenalina y se pierde la emoción. Y desaparece el interés. Digo esto porque darse un tiempo para ver "Apurimac" es desafiar esa modalidad y adentrarse en un universo distinto, pausado, bello y ancestral, al que pocos accedemos con regularidad.
Miguel Mato (responsable del interesante "Yo, Sandro"), viaja al norte, más precisamente a la cordillera peruana, y toma contacto con cuatro comunidades que se encuentran a más de 3700 mts de altura y que tienen un ritual poco común.
En un acto de construcción colectiva, han decidido hace tiempo, desarmar y volver a armar un puente que los conecta, sobre un importante precipicio... Rescatar esa costumbre impulsa a los habitantes de esos pueblos a vivir ese evento anual, como un momento de rescate y conmemoración de los ancestros que vivieron en ese árido territorio. Mato elige observar a través de la cámara, sin intervenciones ni guías.
Sólo tendremos la información que aparece a lo largo del film y si bien la misma es variada, debemos decir que nos gustaría un mayor background a la hora de profundizar en la raíz de esta tradición. Esto, desde ya, no impide que el espectador curioso, se predisponga a vivir una experiencia de observación intensa y relajada. "Apurimac: el dios que habla", es un film documental que tiene su mayor fortaleza, en lo visual.
El material que Mato registró es un hallazgo para el público porteño y le da una dimensión originaria plena de sentido. Conocemos a los habitantes de esos pueblos en contexto, viendo como ser relacionan y que esperan del evento que los convoca. El director acierta en la modalidad de registro y logra captar la belleza del paisaje y la de los habitantes, en todo su esplendor.
El trabajo en fotografía es excelente y le da a "Apurimac", un mayor nivel que a propuestas similares. Mato eligió una buena historia para documentar y eso se nota en la riqueza silenciosa que su film ofrece. En síntesis, un trabajo de registro original que suma y puede interesar especialmente a quienes quieren conocer más sobre los pueblos andinos y la forma en que viven y se vinculan entre sí.