Antes

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Reconocido como uno de los mejores directores de arte del cine argentino ( La antena y El último Elvis son dos de sus notables aportes) y correalizador hace más de una década con el catalán Cesc Gay de la influyente Hotel Room , Daniel Gimelberg llega al largometraje (en solitario) con este visceral y desgarrador retrato de la angustia adolescente.

El film está construido en dos tiempos opuestos que marcan dos momentos muy disímiles en la vida de un joven. Es verano y Nacho (Nahuel Viale) tiene una existencia sin demasiadas preocupaciones: trabaja, estudia, vive con sus padres y disfruta del tiempo libre con sus amigos y su hermosa novia. En la segunda vertiente del relato, han transcurrido dos años desde aquel momento casi idílico. Es invierno y nuestro antihéroe ha pasado por una experiencia límite, traumática. Ya no trabaja, vive solo y coquetea con tomar él también decisiones extremas.

En Antes (una película sobre las dualidades, el antes del título y el después, la euforia y la depresión, la vida y la muerte, el amor y el dolor) el cómo es tan importante como el qué. Si bien hay una evolución dramática y un entramado psicológico, Gimelberg parece más interesado en la creación de atmósferas que tienen que ver con los distintos estados de ánimo y esa sensación de confusión y desamparo que invade a tantos jóvenes.

En esa búsqueda de climas, que van de lo eufórico a lo opresivo, resultan fundamentales el aporte del talentoso director de fotografía Diego Poleri y la hermosa banda de sonido producida por Fito Páez, que incluye temas suyos, de Él Mató a un Policía Motorizado y dos temas del legendario disco Artaud , que Luis Alberto Spinetta grabó en nuevas versiones especialmente para la película.

Puede que el film tenga algo de déjà vu en su exploración del universo adolescente, ciertos desniveles actorales, algunos diálogos que suenan artificiales y ciertas escenas que no alcanzan la intensidad deseada, pero Antes es una película hecha desde las entrañas, con el corazón en la mano. Esa honestidad brutal le permite disimular y trascender sus carencias y convertirse, así, en un trabajo valioso en más de un sentido.