Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

En el arranque de “Animales Fantásticos y dónde encontrarlos” (2016), spin off de la saga Harry Potter, imaginada por J.K.Rowling en una suerte de agregado a los libros, Newt Scamander (Eddie Redmayne) baja de un barco y comienza a transitar el camino hacia migraciones en el puerto de Nueva York.
Mientras camina, algo perseguido, quizás por el lugar al que está llegando, que lo intimida, o tal vez porque en su misteriosa y pequeña valija lleva algo que le puede significar el regreso inmediato a su país tras la deportación. Pero un pequeño mecanismo en el cierre de la misma le permite pasar el contendido para que sea visible sólo por muggles (no magos) y su paso por la aduana será tan rápido y efectivo como el imaginaba.
Así arranca el filme de David Yates, quien además de dirigir las últimas entregas de la saga de Potter, fue el encargado de llevar este año a la pantalla grande una nueva versión de Tarzán, y quien logra, una vez más, trasponer el mágico universo de Rowling en una potente historia en la que la magia, el amor, el humor y las criaturas fantásticas le brindan la posibilidad de crear una de las historias más atrapantes del año.
Recién llegado, Scamander tratará de introducir en el país las pequeñas criaturas que lleva en su valija, sabiendo que hay una persecución a los magos, tratará de ser lo más cuidadoso posible para poder lograr su cometido.
Pero cuando uno de los animales fantásticos se escapa, comenzará una búsqueda que lo llevará a toparse con una fanática extremista anti magia (Samantha Morton), quien por un lado se muestra ante la sociedad como alguien bondadosa, cuidando a niños abandonados, pero puertas adentro castiga a uno de ellos en particular, Credence (Ezra Miller), una maga que trabaja para el consejo de magia (Katherine Waterston) y un misterioso oficial (Colin Farrell) que tratará a toda costa de impedir que Scamander pueda encontrar sus animales.
Y mientras los busca, además, se topará con Jacob Kowalski (Dan Fogler), un obrero que desea poner su propia panadería, y con quien, a partir de una confusión de valijas, compartirá parte de su tiempo.
Así, por un lado “Animales Fantásticos y dónde encontrarlos” trabajará con la pesquisa que el mago recién llegado debe hacer por toda la ciudad para dar con las criaturas que se escaparon, pero también buceará en los intentos de los magos por impedir que un siniestro “obscurus” (una suerte de ráfaga negra que arrasa, destruye y mata) termine con la ciudad.
Una trama política, en la que el actual intendente de la ciudad (John Voight), ve como la sucesión del poder en su hijo debe ser necesaria, se introduce en el filme para poder trabajar con la idea de esa ráfaga que absorbe la energía de quien la domine. Así, la maldad ejemplificada en ese “aire asesino”, termina por configurar el panorama de “enemigos” necesario para generar el dramatismo que movilice parte de la narración.
Yates dota al filme de una lograda puesta clásica, en la que el conflicto estalla, pero en la que el humor, clave en esta oportunidad, puede amoldar el relato hacia un lugar familiar sin perder de vista el fanatismo con aquello que está narrando y sobre lo que inspira su historia.
Si Rowling en aquellas breves líneas en las que imaginó ese compendio de animales sentaba las bases de la continuidad de su universo, Yates pudo ir más allá potenciando con una lograda puesta y una serie de efectos visuales muy verosímiles que ponen en evidencia que habrá “Animales Fantásticos…” para rato.