Amor sin escalas

Crítica de Santiago García - Leer Cine

VUELO SOLITARIO

Esta comedia dramática, o este drama con humor, cuenta la historia de un personaje solitario cuyo trabajo a lo largo de todo su país lo obliga a pasar más tiempo viajando que en su casa. Con habilidad y oficio, el director consigue equilibrar el tono agridulce del relato a medida que devela poco a poco el sentido del film. La siguiente crítica analiza el final del film, por lo cual se recomienda no leerla antes de ver la película.

Vamos a pasar por alto la inclusión de la palabra amor en la versión local del título porque merecería un análisis sociológico más que otra cosa, y éste debería hacerse acerca de las personas que lo eligieron y no sobre el film en cuestión. La historia es sencilla y clara. Ryan Bingham (George Clooney, que demuestra en cada nueva película su infinito talento) tiene un trabajo por el cual debe despedir a empleados de diferentes empresas utilizando técnicas que impidan que se produzca un escándalo o una situación violenta por parte de los despedidos. Su trabajo lo obliga a pasar tanto tiempo viajando que prácticamente no tiene un hogar. Como en el film de Wong Kar-wai Days of Being Wild, su personaje parece aquel pájaro de la leyenda, que vuela todo el tiempo sin posarse nunca, excepto para cuando va a morir. No es que Ryan vaya a morir, ni siquiera cuando en un brevísimo pero terrible momento, malinterpreta lo que le dice una azafata que le ofrece una lata pensando que le pregunta si le gustaría un cáncer ("would you like the can, sir" se oye primero como: "would you like the cancer?" ). Pero la metáfora, en Wong Kar-wai y en este film de Jason Reitman, alude a otra cosa, alude a un compromiso, a sentar cabeza, a arriesgar en la tierra y dejar de estar arriba en el aire. Toda la película coquetea con las reglas de la comedia brillante del cine americano, con buen ritmo, música, actores carismáticos y un trabajo de imagen impecable. Pero claro, la profesión del protagonista es lo suficientemente dura como para que uno también vea en eso cierta felicidad prefabricada, cierto orden a punto de resquebrajarse. Entonces la pregunta principal es apenas una: ¿Comprenderá Ryan que el mundo sin compromisos, sin hogar y sin pareja es finalmente un mundo malo? O, por el contrario: ¿Verá finalmente Ryan que las ideas que él tiene del mundo son las correctas y confirmará sus teorías? Lo primero nos llevaría de lleno a un film simpático, amable, una felling good movie, un film para sentirse bien. Claro que a su vez los cínicos y los falsamente progresistas entenderían esto como un ataque a la individualidad, a la libertad de pensar diferente o, simplemente, a no ir por los caminos habituales. Por el contrario, si el film explota sus conexiones con los Hermanos Coen, Robert Altman y American Psycho, entonces la simpatía se reduce, la dureza crece y aquellos que amarían el otro film, pasarían a odiar éste y viceversa. Jason Reitman busca llevar al máximo esta duda. Y creo que toma la mejor de las decisiones, aunque seguro no faltará una tercera corriente que diga que es la peor. Ryan no es una mala persona. Ryan se hace el cínico, pero no lo es. Ryan sí sabe la dureza de viajar solo, de vivir solo, de no tener copiloto, sí tiene miedo al momento en que "una lata, señor" signifique finalmente eso otro que lo atemoriza. Pero a la vez el film le confirma a Ryan sus peores sospechas. Es decir, que no condena finalmente sus elecciones solitarias, al contrario. Y como el pájaro mencionado al comienzo, posa una pata, pero a diferencia de aquel, justo a tiempo logra despegar nuevamente. Todo vuelve a empezar, para bien y para mal. Algunos actos de genuina generosidad en tierra lo enaltecen, pero su destino, o sus destinos, están allá arriba, en el aire.