Amor de película

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Será porque el género tiene sus reglas básicas muy establecidas, porque se repiten o porque esta película no presenta nada original -tampoco lo pretende, y eso es un punto a favor-, pero Amor de película se ve sin que se impulse el disfrute.

A una voz en off que explica y subraya lo que pasa en imágenes, con la anuencia de que lo que se cuenta es una comedia romántica y se intenta esclarecer los “secretos” de las mismas, le sigue luego que se acalla la trama en sí.

Porque lo primero que vemos es un corto interpretado por Martín y Vera (Nicolás Furtado y Natalie Pérez), que son pareja en la vida real de la película. Ella es una actriz exitosa; él, un director de publicidades sin tanta suerte. Hay ciertas diferencias entre ellos, que se explican desde los diálogos y no por las situaciones.

Y la gota que rebasa se produce cuando Vera está por estrenar un unipersonal y a Martín le ofrecen ir a dirigir a México. Y debe viajar el mismo día que ella estrena.

Sebastián Mega Díaz, con un pasado como editor, hace su debut como realizador. La química entre el actor que es Diosito en El marginal y la actriz de Pequeña Victoria existe, es palpable, y ayuda. Siempre, en las comedias románticas, los personajes centrales se apoyan en los secundarios, que sirven para descomprimir y demostrar en los protagonistas otras facetas.

No sucede lamentablemente aquí, y no porque Vanesa Butera (la amiga de Vera) no esté bien -todo lo contrario-, pero Guillermo Pfening está como adocenado y reiterativo como el director de la obra de teatro. Si hay clisés en la película, la mayoría los tiene el personaje de Pfening.

La comedia romántica tiene sus reglas, de acuerdo, pero para ser comedia tiene que tener gags o cierto humor, y pese a los esfuerzos, que se notan, la cosa termina fatigando.