Amor a mares

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Una película con pretensiones de comedia

El personaje central es Javier (Luciano Castro) con todos los clichés de un escritor en crisis: borracho, encerrado en su bunker y sin idea alguna sobre una novela que debe entregar lo antes posible a su agente (Miguel Ángel Rodríguez). Es decir, el tipo anda falto de inspiración, motivo que lo llevará a un crucero por el mundo con el propósito de encontrar esas historias y personajes para el maldito libro.

De allí en adelante el resto, o casi todo, sucede en el barco, los disparates, los bailes, la aparición de una pareja que no está bien (Morales, Gadano), el compañero de camarote (Goity) opuesto al escritor, la súbita y casual incorporación del personaje que encarna Luisa Kuliok. Y algunos tipismos más: una novia despechada (Córdova), parejas de gays cincuentones y, también, el protagonismo principal de marchas, chivos, publicidades directas y subliminales que, ya de por sí, ostentan todos los cruceros pero que, incorporados a la imagen, resultan invasivas.
Pero el problema mayor no es que Amor a mares, en forma obscena, despliega una artillería de marcas. La película pretende ser una comedia en (casi) un espacio único, pero no funciona como tal. Los gags (no es tan complicado escribir un par de chistes medianamente felices) en ningún momento se destacan por la novedad. Los diálogos y la química actoral trastabilla cada dos o tres minutos (lo más livianito que podría decirse sobre la interpretación de Luciano Castro es que “no da el papel”).
En tanto, el rol protagónico del barco, mostrado con lujo de detalles, incluyendo a su capitán y al baile de disfraces recurrente y obvio (ay, ay, ay), se asemeja a aquellas berretadas del cine de los '70, especialmente el de los años de la dictadura, donde el nivel de exigencia y de talento, por lo general, se calificaba con un cero. Sí, la película remite en cuanto a la supuesta alegría que transmitirían historia y personajes a la serie El crucero del amor, pero si aquella ya pecaba por ingenua e inverosímil, esta travesía por el mundo, jamás puede ocultar su guión paupérrimo, unas actuaciones que no superan la mediocridad y la exhibición de gags que ya habían tenido su fecha de vencimiento hace bastante tiempo. Mala eres, Amor a mares.