Amigos por la vida

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

El encuentro de los extremos

El cine popular italiano suele darnos alguna que otra alegría que sin llegar al nivel de los grandes clásicos de las distintas generaciones del neorrealismo, por lo menos recupera una mínima parte de aquella idiosincrasia y de paso nos brinda una excusa para reencontrarnos con el sentir del pueblo italiano, uno muy parecido al delirio, efusividad y paradojas de la sociedad argentina. Trazando distancia del mecanismo retórico preferido de las comedias dramáticas europeas o los dramas con toques de comedia, como en este caso, Amigos por la Vida (Tutto quello che vuoi, 2017) no está construida en función de un costumbrismo de tono paródico que tiende -en mayor o menor medida- a caricaturizar a los personajes, ya que en realidad apunta a sostener la trama en un naturalismo bastante inusual en la versión contemporánea del género porque coloca el acento en individuos “comunes y corrientes”.

La historia en sí retoma un antiguo ardid narrativo de la comedia en general, el de las “parejas desparejas”, y lo combina con otros dos recursos paradigmáticos del cine, el de la generosa diferencia de edad entre los protagonistas y el de la odisea utópica/ aventurera en pos de finiquitar cuentas pendientes que dejó el transcurrir del tiempo. El eje principal del relato pasa por la amistad entre Alessandro (Andrea Carpenzano), un veinteañero huérfano de madre que se lleva mal con el papá y su novia eslovaca, y Giorgio (Giuliano Montaldo), un poeta otrora famoso de 85 años que padece la fase inicial del mal de Alzheimer y que sinceramente hoy por hoy nadie recuerda. Obligado por su padre bajo pena de expulsarlo del hogar familiar, el joven empieza a trabajar como cuidador del anciano y máximo responsable de su bienestar en sus paseos vespertinos por los espacios verdes de Roma.

Si bien el muchacho está enfrascado en las reuniones con sus amigos y en el romance con Claudia (Donatella Finocchiaro), la madre de uno de los susodichos, Riccardo (Arturo Bruni), de a poco comienza a acostumbrarse a compartir el tiempo con Giorgio, una experiencia algo surrealista por los constantes olvidos y lagunas mentales del pobre hombre y por los misterios que guarda su pasado relacionado con la Segunda Guerra Mundial, en especial la existencia de lo que él definió en uno de sus poemas como un “tesoro” que soldados norteamericanos le regalaron por aquellos años, eventual excusa para que Alessandro, sus amigos y el propio anciano se embarquen en un viaje para descubrir a qué se referían los versos. Como decíamos antes, la película respeta y trata con cuidado el desarrollo de personajes que en esencia no tienen nada de singulares ni gesticulan con la algarabía propia de la comedia desatada, ya que aquí lo importante es el ámbito mundano compartido y la riqueza de las emociones de fondo, sustrato trabajado desde la delicadeza y una especie de austeridad general/ actitudinal infrecuente tratándose de una obra italiana.

Otro de los puntos a favor del opus del director y guionista Francesco Bruni, conocido sobre todo por haber escrito -junto a Paolo Virzì y Francesco Piccolo- El Capital Humano (Il Capitale Umano, 2013), es la misma presencia del gran Giuliano Montaldo, en esta oportunidad ofreciendo uno de sus contados trabajos como actor porque siempre se dedicó fundamentalmente a la realización, siendo su obra maestra la extraordinaria Sacco & Vanzetti (1971), con Gian Maria Volontè y Riccardo Cucciolla como los dos legendarios inmigrantes anarquistas que fueron condenados a muerte en un juicio estadounidense vergonzoso y plagado de xenofobia e intolerancia política. La química entre Carpenzano y el señor está exprimida con inteligencia por Bruni logrando que ambos extremos de la vida se encuentren en su sencillez y relativa inocencia, así como se parecen las líneas de partida y de llegada (más en este caso, cuando la enfermedad de Giorgio va borrando su bagaje de recuerdos aunque lo deja con algunos consejos para el joven). El film no será muy original que digamos pero indudablemente estamos ante una propuesta tan digna como entrañable…