Amasekenalo

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

LOS EXTRAS DEL DVD

En 2015, Pablo César estrenó Los dioses del agua, una película que -como siempre en el director- goza de esos momentos en los que el ridículo no es consciente de su existencia y todo avanza sin importar demasiado el qué dirán. Y si bien uno puede valorar esa actitud de seguir a pesar del murmullo, en algún momento la honestidad intelectual nos exige el rigor con el que toda obra de arte debe ser juzgada: la indulgencia no es un lugar desde el cual analizar. Ahora, un par de años después, nos llega Amasekenalo, que funciona como un diario de rodaje de aquella producción, realizado por Paulo Pécora. Producción que, hay que decir, tenía sus particularidades por ser la primera que Argentina realizó en sociedad con Angola.

El diario de rodaje o backstage tiene su valor en el cine, especialmente cuando la película que habilita ese detrás de escena alcanza valores míticos. El de Apocalipsis now! es uno de esos casos emblemáticos y no hay que ser demasiado entendido para vislumbrar que Los dioses del agua no alcanza ese estatus. Por eso que este documental de Pécora tiene su mínimo valor en la posibilidad de conocer otra cultura, una sociedad inescrutable de otra forma, a través del lente del director. Si bien la cámara captura momentos de ensayos, el trabajo del equipo técnico, el rodaje en escenarios naturales difíciles, la complejidad del encuentro entre personas que no hablan la misma lengua, reiteradamente el plano se desvía y posa su mirada en detalles que van desde insectos y demás especies que pueblan el lugar, hasta la fascinación de los lugareños por enfrentarse a eso que llamamos cine. Esa cámara que escruta es lo más atractivo y lo que justifica el voyeurismo del backstage.

Pero los inconvenientes de Amasekenalo para convertirse en algo de real interés parten desde su mismo origen: la película de César no es un objeto particularmente fascinante, por lo que su rodaje nos genera poquísima curiosidad. Y tampoco el film logra profundizar en cuestiones culturales o en registrar de manera tangible lo violento de la invasión del rodaje cinematográfico en esas aldeas de Angola. Apenas las complejidades de un viaje en avión producen la tensión necesaria para crispar tanta amistosa fraternidad entre argentinos y angoleños. Y no es que uno busque forzadamente el conflicto, pero lo cierto es que así como está, el documental de Pécora podría ser un buen acompañante para el dvd de Los dioses del agua y no mucho más.