Algo se enciende

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

CRECER DE GOLPE

Reconozco que encerrar este documental de Luciana Gentinetta en el contexto de las calificaciones y los puntajes, y de la lógica de la crítica de cine, es un poco injusto. Algo se enciende es sí un documental que recurre a sus mecanismos y resortes genéricos y expositivos, pero es sobre todo una necesidad, casi una catarsis. El origen de la película es seguir a un grupo de estudiantes del último año del secundario de un colegio de Banfield y cómo atraviesan el duelo de la desaparición y muerte de una compañera, ocurrida años atrás. No solo el tema genera un compromiso, sino que además la propia directora (de apenas 24 años) estudió en esa misma institución y hasta llegó a convivir con esos estudiantes. Por lo que hay en el documental no solo una necesidad de registrar un fenómeno social, sino además una rabia, un dolor, que se observan auténticos y vivenciales, y que vuelven un poco innecesario el trabajo del crítico.

El caso que toma Algo se enciende es el de Anahí Benítez, una joven de 16 años que engrosa la lamentable lista de crímenes de mujeres que atraviesan a la sociedad argentina. Fue uno de esos casos que salen en la televisión, con movileros instalados en el lugar y acompañando a los familiares y amigos en las marchas. Gentinetta lo que hace es entrevistar a los compañeros de Anahí, ubicándolos estratégicamente en diferentes espacios del colegio al que concurren: el lugar es la pertenencia de los entrevistados (e incluso de los documentalistas), pero también es donde se forjaron los vínculos y las relaciones con el calor de la adolescencia. Lo que surge de los testimonios es estupor y bronca, pero especialmente un sentido melancólico de pérdida de la inocencia, de jóvenes que crecieron de golpe a la luz de una noticia tremenda.

Gentinetta es inteligente en el recorte que hace de los testimonios, que a su manera forman un coro doloroso. Pero por otros momentos el documental va tomando caminos un tanto zigzagueantes, que desde las buenas intenciones buscan connotar también el carácter artístico de Anahí. Ahí es donde la simpleza de Algo se enciende se engrosa un poco en la búsqueda de diferentes tonalidades, que no ayudan a la solidez del relato, a la denuncia, a la exposición. El documental pierde el centro y se vuelve tal vez demasiado ambicioso. Pero en el fondo se entiende que el compromiso delante y detrás de cámaras, la cercanía con la víctima, vuelven todo un tanto borroso y atropellado. A Algo se enciende le alcanza con los testimonios de esos pibes que de un día para el otro ingresaron en el horroroso mundo de los adultos.