Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo!

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Una comedia apta para el consumo familiar

Una familia muy normal viviendo (padeciendo) situaciones decididamente anormales. Así podría definirse a esta comedia de enredos producida por Disney que propone tantas desventuras, accidentes, infortunios y catástrofes que en la comparación dejan a Un día de furia, Después de hora o Mi pobre angelito como películas minimalistas.

Mamá hiperocupada en una editorial de libros infantiles (Jennifer Garner), papá ingeniero desocupado desde hace meses (Steve Carell) y cuatro hijos que van desde la adolescencia hasta un bebé. Si bien el protagonista es el Alexander del título (Ed Oxenbould), un típico perdedor que en el accidentado día en el que transcurre el relato cumple 12 años, la narración está lo suficientemente diversificada como para poder seguir las historias de cada uno de ellos (y de todos juntos).

Mientras la madre intenta resolver un inconveniente que puede costarle la carrera, el padre trata de conseguir un puesto de diseñador de videojuegos en una empresa manejada por unos jóvenes nerds, la hermana (Kerris Dorsey) afronta el desafío de interpretar una comedia musical y el hermano mayor (Dylan Minnette) se prepara para dar el examen de manejo y asistir a un muy formal baile con su bella y tiránica novia (Bella Thorne), Alexander padece el bullying de sus compañeros de escuela y sufre porque -en simultáneo con la suya- el chico más popular del colegio hará una fiesta mucho más cool y a la que seguramente irán todos (¡incluido su mejor amigo!).

La película apuesta al efecto de acumulación (todo lo que puede salir mal resulta peor), siempre con ritmo frenético, y lo hace con bastante suceso. No todas las situaciones son igualmente graciosas e inspiradas, pero hay una razonable proporción de gags físicos, verbales y hasta escatológicos que funcionan y lo convierten en un producto apto para el consumo familiar con suficientes atractivos para públicos de diferentes edades (no para los más chicos).

El director de origen portorriqueño Miguel Arteta narra con buen pulso (y con el "manual Disney" en la mano), pero al mismo tiempo sin ningún destello autoral. Una curiosa elección, ya que se trata de un realizador que viene del cine independiente con una interesante carrera que incluye títulos como Star Maps, Chuck & Buck, La chica de mis sueños y Alocada convención.