Al desierto

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Tras su reciente paso por el Festival de San Sebastián y por la Competencia Internacional de Mar del Plata, se estrena la nueva película del director de Bonanza: En vías de extinción (2001), Sofacama (2006) y El etnógrafo (2012), que se luce en este thriller con aires de western encabezado por Valentina Bassi y Jorge Sesán.

Julia (Valentina Bassi) trabaja como camarera en el turno noche de un casino de Comodoro Rivadavia. Como los ingresos y las propinas que obtiene por servir tragos no le alcanzan para sostener el alto costo de vida en esa ciudad sureña, acepta la propuesta de Armando (Jorge Sesán), un misterioso hombre de origen galés, para ir a trabajar como empleada administrativa en una compañía petrolera de la región. En el viaje por una ruta de tierra y tras una sensación de amenaza y algunos forcejeos la camioneta vuelca y queda inutilizada. En ese momento comienza un verdadera odisea en el desierto al que alude el título.

Violencia física y psicológica, contradicciones íntimas (repulsión y atracción) e inclemencias climáticas conforman el universo de este potente thriller psicológico con aires de road-movie y de western (una relectura de la clásica historia de las cautivas).

Se trata de una auténtica proeza de narración en esos áridos e interminables ambientes naturales (la paradoja de algo que se asemeja a un secuestro pero en espacios completamente abiertos) y un tour-de-force actoral de los dos intérpretes que están en el 100% de los planos hasta que, ya cerca del desenlace, aparecen algunos personajes secundarios (lugareños, policías, rastreadores).

Rosell sostiene la tensión con mínimos elementos y logra transmitir las miserias, las inseguridades y tentaciones de los protagonistas a partir de precisas observaciones, un convincente retrato psicológico y una puesta en escena que se sustenta en largos planos secuencia.

Los picos dramáticos (una tormenta en el desierto, los encuentros sexuales, los arranques de violencia) irrumpen en medio de otros momentos de calma, agotamiento o desánimo. El resultado es una película provocadora e inquietante, incómoda por momentos, pero siempre fascinante.