Aires de esperanza

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Del melodrama policial al romanticismo

Jason Reitman, el mismo director de La joven vida de Juno (Juno) y Amor sin escalas (Up in the Air) no parece tener suerte con las traducciones de sus títulos, y así es como Labor Day (Día del Trabajo) se estrena aquí como Aires de esperanza.

Absurda traducción, obvia en su significado y hasta con opinión acerca de lo que el espectador va a ver. Pero por suerte las películas son más que eso.
Aquí, Reitman –hijo del famoso director Ivan Reitman, recordemos– cuenta la historia de Adele (Kate Winslet, siempre poderosa, siempre impecable) una mujer deprimida, aislada de la vida que vive junto con su hijo adolescente. Frente a ellos aparece un fugitivo de la justicia (Josh Brolin, un gran actor recuperado) quien estaba preso por haber asesinado a su esposa.
La tensión de la película va entre el policial y el melodrama, pero busca abrirse paso hacia un drama romántico. La combinación de todo esto no siempre da el mejor resultado, pero el talento actoral y el oficio del director consiguen que las cosas se encaminen.
En muchos aspectos, eso sí, la película está algo lejos del humor irónico que Reitman trabajó en otras oportunidades. O tal vez aquí hace más evidente lo anunciado desde siempre en su filmografía, y que Reitman no es un director cínico y que de hecho muchos de sus personajes terminan descubriendo que el cinismo es, justamente un callejón sin salida. Rara historia eligió para manifestar abiertamente esta idea, pero tampoco se le puede acusar de haberse traicionado a sí mismo.
Quedará para el debate cierta ambigüedad ideológica o posibles contradicciones, pero justamente son material debatible por lo ambiguo. Aquellos que por el contrario renieguen de lo cursi, es posible que no se sientan a gusto con este relato, un relato que tiene sus vueltas de tuerca, sus idas y venidas, pero que sin embargo da un saldo positivo debido a que hay convicción en la forma en que la película se cuenta, así como también existe esa misma convicción en los actores, no solo la pareja protagónica, sino también el pequeño actor (Gattlin Griffith), que observa el mundo que lo rodea con la misma esperanza y angustia con la que seguramente el director quiso que nosotros observáramos su film.