Agentes 355

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Mujeres en acción, mujeres de armas tomar, mujeres al ataque. Espectadores cinéfilos al borde de una butaca o al borde de un ataque, y no almodovariano, aunque los nervios traicionen si el buen gusto no avisa que brillará por su ausencia. «Agentes 355» puede concatenar, en sus excesivas dos horas de duración, todos los recursos, estereotipos y convenciones habidas y por haber en films precedentes de su estilo. Hollywood se encarga de entender las alarmas y sellar la sentencia máxima a una enfermedad de pronóstico incurable. El cine es cada vez menos lo que era, en tiempos donde películas como la presente consiguen salas de exhibición en detrimento de pares que harían la delicia de todo amante del séptimo arte. Que el flamante film de Pedro Almodóvar se estrene en salas en número reducido es un sacrilegio. Que hayan rotulado de fracaso y quitado de cartelera en Norteamérica a la última obra de arte de Joel Coen (sellando su nula suerte para las salas del resto del mundo) es un claro indicativo de tan nefasto panorama. Don Shakespeare y Don Pedro (casi) directo al streaming. Bochornoso.

Sin embargo, apuestas como «Agentes 355» no agotarán su interés para los fines taquilleros que olvidan la esencia. Los tiempos cambian. El film de Simon Kinberg corre peor suerte que el intento de revivir la franquicia «Ocean’s» bajo un cast de lujo femenino. La memoria nos lleva directamente hacia «Los Ángeles de Charlie». Porque no al logrado relato coral femenino de Steve McQueen en «Viudas». Ha habido antecedentes mejores. Nada que objetar al cuarteto estelar de divas listas para emprender la misión aquí. Penélope Cruz (¿colombiana!?), Jessica Chastain, Diane Kruger y Lupita Nyong’o entregan cuerpo y alma. Bendito seas Edgar Ramírez entre todas las mujeres. También arroja el cuarteto de damas elegidas la singularidad de sus respectivas procedencias, consecuente con un ejemplar globalizado, acorde a los tiempos que corren. La corrección política que cumple su máxima incontrastable: hay lugar para todas. Pero la fórmula segura no garantizará calidad, más bien asegurará la consumación de ese tipo de refritos pasatistas y de nulo carácter. Las escenas de acción se acumulan, pretendiendo disuadir toda clase de vacío argumental. La reunión femenina imposta empoderamiento e igualdad de oportunidades, pero acaba siendo tan solo la fachada, el envoltorio, de un producto deficiente y nimio. Copia certificada de nimios productos para la dispersión millennial.