Agente Secreto

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Así como hay quienes llevan muchas de sus artimañas del trabajo a casa, Travis Block (Liam Neeson, convertido en héroe de acción a repetición) instruye hasta a su nietita sobre si algún extraño la vigila o sigue, y la verificación de salidas de escape.

Bueno, es que puede ser un poco paranoico, pero también es un obsesivo compulsivo. Digámoslo todo.

Es que en Agente secreto, Neeson -que ya tiene 70 años, diez menos que Harrison Ford, y por más que diga que abandonará el género, al rato se desdice- trabaja para su amigo el director de FBI (Aidan Quinn, de Benny & Joon, Corazones en conflicto). Travis tiene, cómo no, un pasado oscuro. Desde hace años se dedica a extraer a agentes encubiertos. O a hacer cosas que, legalmente, ejem, serían difíciles de explicar o disimular.

Pero la nueva misión lo pone en estado de alerta extrema. Travis empieza a intuir, y luego descubre, que su amigote del FBI está tramando cosas non sanctas contra ciudadanos estadounidenses (¡epa!).

Todo a partir del pedido de hacerse cargo de Dusty Crane (Taylor John Smith, visto en Sharp Objects). Crane alterna entre el alcohol y las pastillas, pero no se sabe si toma para olvidar o es al revés. Hubo un hecho reciente que lo marcó a fuego, y está dispuesto a contar la verdad al periodismo.

Esos son buenos ciudadanos estadounidenses.

Así las cosas, la trama del filme de Mark Williams irá yendo de Crane huyendo, y tratando de encontrarse con Mira Jones (Emmy Raver-Lampman de The Umbrella Academy), para contarle todo, a Travis lidiando con él.

Como en muchas de las películas de acción con Neeson, desde Búsqueda implacable (2008) a la fecha, su personaje tiene algún fuerte enlace con la familia -si es que le queda algún miembro vivo-. Aquí, es con su hija (Claire Van Der Boom), que está divorciada, y la nieta de la que hablábamos al comienzo (Gabriella Sengos).

Disparos, persecuciones y sigue la lista
Todo esto para humanizar, si cabe el término entre tantas persecuciones, disparos, muertes, emboscadas y traiciones, a Travis.

Porque Travis habrá hecho cosas malas, pero siempre, siempre, hay tiempo para redimirse. Y para alejarse del trabajo arduo, y pasar más y mejor tiempo con sus chicas.

¿Quién no lo haría?

Pero su amigo del FBI no le acepta la jubilación, y ahí es donde lo manda a buscar a Crane.

El resto es más o menos previsible, si ya vieron alguna que otra película de Neeson con un arma en la mano. Hay muchas persecuciones bien filmadas, y las víctimas se cuentan por decenas.

Neeson vuelve aquí a trabajar con el director Mark Williams, que lo había dirigido en Venganza implacable (2020), donde era un ladrón de bancos que decidía entregarse, pero era traicionado por dos agentes del FBI.

Se ve que entre Neeson, Williams y esos tipos del FBI, hay algo personal.