Agente Salt

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

La espía que volvió del frío

El australiano Phillip Noyce ha ofrecido un poco de todo a lo largo de su errática carrera: desde obras interesantes como Terror a bordo (Dead Calm, 1989) y Cerca de la libertad (Rabbit-Proof Fence, 2002), pasando por algunas correctas como Furia ciega (Blind Fury, 1989), El coleccionista de huesos (The Bone Collector, 1999) y El americano (The Quiet American, 2002), otras apenas rescatables como Juegos de patriotas (Patriot Games, 1992) y Peligro inminente (Clear and Present Danger, 1994), y no nos olvidemos de aquellos desastres mayúsculos intitulados Sliver (1993) y El santo (The Saint, 1997). Hoy regresa a la dirección con Agente Salt (Salt, 2010), un thriller de espionaje y acción bastante potable.

Aparentemente en un primer momento el proyecto había sido pensado como un vehículo para Tom Cruise pero a posteriori el actor decidió bajarse por las similitudes con la franquicia de Misión Imposible. Allí es cuando tomó la posta Angelina Jolie y adaptaciones mediante llegamos a este producto que combina el ritmo frenético de la saga Bourne y la premisa central de la recordada Telefon (1977), aquella pequeña maravilla “clase B” del gran Don Siegel. La historia comienza con Evelyn Salt (Jolie), una agente de la CIA que finge trabajar en una compañía petrolera, en manos de tropas norcoreanas. Por insistencia de su futuro esposo, el gobierno norteamericano gestiona un intercambio de prisioneros.

Pasada la tormenta, la señora está felizmente casada y lleva una vida apacible hasta que su superior, Ted Winter (Liev Schreiber), le encarga interrogar a un desertor ruso, Vassily Orlov (Daniel Olbrychski), quien promete suministrar datos importantes de inteligencia. Para su sorpresa el hombre le informa que intentarán asesinar al máximo mandatario ruso durante su visita a la ciudad de New York con motivo del funeral del vicepresidente estadounidense y como si fuera poco afirma que la encargada de llevar a cabo la tarea no es otra que una tal “Evelyn Salt”. De inmediato ambos quedan detenidos aunque Orlov pronto se las ingenia para escapar, a lo que nuestra protagonista responde en iguales términos.

Con un guión del muy ambivalente Kurt Wimmer en el que no faltan vueltas de tuerca, persecuciones varias y muchos espías infiltrados, el film cumple de sobra en los rubros técnicos y entretiene sin esfuerzos en especial gracias a la ajustada narración de Noyce y la profesionalidad de la siempre excesiva Jolie, una experta en el trajín de sacar a la superficie los rasgos más viscerales de sus personajes (a diferencia de la mayoría de sus colegas que siguen jugando con muñecas, ella no tiene problemas en desnudarse, llorar de verdad o salir lastimada del set). Por supuesto que en conjunto la propuesta es derivativa y un tanto ridícula, sin embargo resulta agradable ver a una chica anti- James Bond volver del frío…