Abzurdah

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Retrato de una obsesión

Abzurdah es una biografía, y está basada en un best-seller autobiográfico de Cielo Latini, y la adaptación del libro es de Alberto Rojas Apel (coguionista de tres de las cuatro películas de Ezequiel Acuña). Abzurdah cuenta la historia de una hermosa adolescente poco adaptada a su entorno escolar, con facilidad para aprender pero poco apta para llevarse con sus pares y con su familia. Abzurdah es el nick de Cielo en el chat (costumbre de hace relativamente poco tiempo, pero muy lejana a la actualidad si comparamos los modos de comunicación).

En el chat, Cielo conoce a Alejo, casi una década mayor que ella, y comienzan el romance, la infatuación de la adolescente y luego su degradación, su caída en la obsesión, la bulimia y la anorexia extrema. El punto de vista es siempre el de Cielo, y el primer gran acierto de esta película es la elección de Eugenia Suárez para el papel: hay algo de poco afectivo en su personaje, de distante, de fastidio, de estar más allá de su mundo, de su medio, y la actuación de Suárez -que jamás intenta llamar la atención con gestos enfáticos- permite una construcción sólida de una criatura fascinante, bella y lejana. También frágil, muy frágil ante el amor, la obsesión o cualquier alteración de su obstinación. Cielo es Abzurdah, tanto personaje como película. Allí hay estados de ánimo, caídas, más caídas, algún aprendizaje que no toma por asalto al relato central y que no convierte a esta segunda película dirigida por Daniela Goggi en una década (la otra fue Vísperas, de 2006) en algo demasiado didáctico ni de denuncia.

Estamos ante un personaje que existe, que es con claridad, que se impone en situaciones que intensifican aunque no terminan de armar un relato con tensión argumental o con especial fluidez. Tampoco ostenta la película atractivos superiores, de esos que vayan más allá de un profesionalismo incuestionable -la película luce bien, se escucha bien, está armada con solidez y hasta la musicalización tiene de eficacia lo que no tiene de amplitud-, de un cuidado normalizador, de una mirada prolija, de una actitud programática y un tanto encorsetada. Abzurdah es más sobria que las pulsiones de su personaje. Es una buena noticia que el cine argentino pueda solventar, dar solución a un film con este tema. Pero hay algo más, algo abismal, algo del orden de lo insondable, que está más en la mirada y en la determinación de la actriz que en otros aspectos de la puesta en escena.