Abzurdah

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La China le pone más que el cuerpo

Pese a la destacada actuación de Suárez, el film es tan inestable como su protagonista, una joven con graves problemas alimenticios.

Un libro referencial para un determinado lector(a), su correspondiente adaptación, el protagónico de una actriz hasta hoy ajena al cine, una directora más que competente por su opera prima de hace casi una década (Vísperas) y un tema cercano, aprehensible, cotidiano. Con esos indicadores previos Abzurdah, sobre el texto de Cielo Latini, bucea en la vida de Cielo (Eugenia "La China" Suárez), una adolescente en pleno estallido hormonal, que conoce a Alejo (Esteban Lamothe), con el que mantendrá una relación hasta que el placer finaliza y el personaje central ingresa en una etapa de autodestrucción alimenticia. Daniela Goggi, la realizadora, describe en una primera parte del film los encuentros sexuales de la protagonista con su pareja, el desinterés general de los padres (Gloria Carrá y Rafael Spregelburd), la rutina escolar y los momentos de soledad de Cielo viviendo la etapa de descubrimiento de su cuerpo. Ese cuerpo joven, debido a la frustración de pareja, se verá mutilado, autoflagelado y castigado por el enojo y la furia y es desde allí en adelante que la película decide cambiar de tono, metiéndose en una especie de historia clínica de la protagonista y en su desequilibrio mental que la lleva a un paso de la locura. La mirada de Goggi jamás condena el accionar de su personaje, ejemplificado hasta en los planos detalle del autocastigo; sin embargo, la (sobre)carga dramática que se preveía estalla sin sutileza alguna, como si Abzurdah (nombre de la protagonista a través del chat) reemplazara definitivamente a Cielo, a la chica bonita del inicio, ahora sustituida por su lado oscuro. En esa segunda mitad la película gana impacto y pierde elusión, cantando victoria el plano detalle que esquiva al fuera de campo. El cuerpo enfermo por la bulimia y la anorexia ocupa espacio en el último segmento, ya que allí el relato descansa en el subrayado y en cierta delectación gratuita del conflicto. Pese a estos reparos, Abzurdah sostiene su interés por el trabajo de Eugenia Suárez, en una performance repleta de ínfimos y pequeños gestos que enaltecen su composición interpretativa. Ella le pone más que el cuerpo a una película tan inestable como su personaje.